Un Caca Especial



En un pequeño y colorido pueblo llamado Felicidad, vivía un caracol llamado Valentino. Pero, a diferencia de los otros caracoles, Valentino tenía un gran problema: a menudo se sentía como si fuera 'caca'. La razón era que era un poco diferente a los demás: tenía una concha de colores muy extraños que no se parecían a las de sus amigos.

Sin embargo, lo que Valentino no sabía era que su diferencia era también lo que lo hacía especial y valioso.

"¡Valentino! Vení a jugar con nosotros!", le gritaba su amiga Lila, la luciérnaga, desde el jardín de flores.

"No sé, Lila. No me gusta que se rían de mi concha. Además, seguro que solo les gustaría jugar con caracoles normales", respondió Valentino con tristeza.

Un día, mientras Valentino se escondía bajo una hoja, escuchó una conversación entre los demás caracoles.

"Mirá a Valentino, qué fea es su concha. ¡Es como caca!", decía un caracol más grande llamado Rufus.

Valentino sintió que su corazón se rompía en pedacitos. Pero en lugar de llorar, decidió hacer una poción mágica que lo volviera normal. Así que se levantó, fue al bosque y recogió ingredientes: un poco de tierra especial, un rayo de luna y una gota de rocío.

Desde una pequeña piedra, hizo su poción. Pero algo lo detuvo:

"¿Y si ser normal no es lo que realmente quiero?", se preguntó Valentino en voz alta.

Al regresar a su hogar, vio que sus amigos estaban reunidos alrededor de una competencia de carreras.

"¡Valentino! Vení, participá!", gritó Lila.

Al principio, Valentino dudó, pero algo en su interior le decía que debía intentarlo. En lugar de esconderse, decidió mostrar su concha.

"¡Voy a correr con mi concha de colores!", anunció Valentino, aunque un poco nervioso.

Los caracoles se rieron al principio.

"¡Valentino, no podés ganar con esa cosa!", exclamó Rufus.

Pero cuando empezó la carrera, Valentino corrió como nunca antes. Su concha brillaba con los colores del arcoíris, reflejando la luz del sol y dejándole a los demás caracoles completamente asombrados.

"¡Mirá eso! ¡Es hermoso!", gritó Lila.

A medida que avanzaba, Valentino se sintió más ligero y feliz. Con cada movimiento, sintió que se alejaba de la idea de que era 'caca'. La carrera fue muy reñida, pero cuando Valentino cruzó la meta, todos los demás caracoles se quedaron en silencio.

"¡Valentino, lo lograste! ¡Sos increíble!", gritaron sus amigos.

Rufus se acercó, algo avergonzado.

"Lo siento, Valentino. Nunca debí burlarme de vos. Tu concha es genial!"

"Gracias, Rufus. Entendí que ser diferente no es algo malo. ¡Es lo que nos hace especiales!", le respondió Valentino.

Desde aquel día, Valentino nunca volvió a sentir que era 'caca'. Aprendió a amar su propia concha de colores y a valorar sus diferencias. Con su espíritu brillante, enseñó a los demás caracoles que lo que nos hace únicos es lo que nos hace especiales.

Y así, en el pueblo de Felicidad, Valentino se convirtió en un símbolo de orgullo y diversidad. La próxima vez que alguien se sintió inseguro por ser diferente, Valentino estaba ahí para recordarle que ser uno mismo es siempre lo mejor. Y junto con sus amigos, siguieron corriendo, brillando y disfrutando de la vida.

Y así, el pequeño caracol Valentino, que una vez sintió que era solo 'caca', se convirtió en un verdadero héroe del color y de la diversidad.

FIN.

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