Un Chanchito, Una Chanchita y Su Ganso
Había una vez, en un hermoso campo verde, un chanchito llamado Pipo que soñaba con ser padre. A Pipo le encantaban los niños, y siempre imaginaba cómo sería jugar con ellos, contarles historias y llevarlos a pasear. Sin embargo, había un pequeño problema: no podía tener pequeños lechones.
Por otro lado, había una chanchita llamada Lila que también deseaba ser madre. Ella anhelaba cuidar de un hijo, peinarlo, cocinarle su comida favorita y hacerle mimos. Sin embargo, al igual que Pipo, Lila tampoco podía tener lechones.
Un día, mientras paseaban por el prado, Pipo y Lila se encontraron. Ambos se sintieron tristes y solos, y decidieron sentarse a charlar.
"Hola, soy Pipo. Quería ser padre, pero no puedo. ¿Y vos?" - dijo el chanchito con una voz un poco apagada.
"Yo soy Lila. Quise ser madre toda mi vida, pero tampoco puedo" - respondió la chanchita mientras se secaba una lágrima.
Ambos miraron el cielo gris y suspiraron juntos. Fue entonces cuando tuvieron una idea increíble.
"¿Por qué no adoptamos un hijo?" - sugirió Pipo entusiasmado.
"¡Eso suena genial!" - respondió Lila con una gran sonrisa.
Los dos se pusieron a pensar qué animalito podrían adoptar y lo primero que se les vino a la mente fue un ganso que había cerca del estanque. Así que se acercaron y le hicieron una propuesta.
"Hola, gansito, ¿te gustaría venir a vivir con nosotros y ser nuestro hijo?" - preguntó Lila.
El ganso, que se llamaba Gogo, sonrió ampliamente. A él le encantaría no solo encontrar una familia, sino también salir de su rutina diaria.
"¡Sí, claro! Siempre soñé con tener una familia que me quiera y cuide" - dijo Gogo con entusiasmo.
Desde ese día, Pipo, Lila y Gogo formaron un gran equipo. Pasaban sus días jugando, explorando el campo y aprendiendo grandes y pequeñas cosas juntos. Pipo enseñaba a Gogo a jugar en la tierra, mientras Lila le contaba cuentos antes de dormir.
Pero un día, mientras estaban jugando en el campo, Gogo se dio cuenta de que todos los otros gansos de su edad estaban formando sus grupos familiares. En la tarde, mientras regresaban a casa, Gogo se sintió un poco triste.
"¿Pipo, Lila?" - preguntó, con un tono de voz bajito. "¿No puedo ser un ganso como los demás? Todos tienen un papá y una mamá gansos. Yo soy diferente."
Pipo y Lila se miraron preocupados. No querían que Gogo se sintiera solo. Entonces Pipo dijo con voz dulce:
"Gogo, ser diferente es lo que nos hace especiales. Te elegimos porque te queremos y porque eres un ganso maravilloso. Además, hay muchas maneras de ser una familia".
"Exacto, Gogo" - agregó Lila con cariño. "Lo importante no es qué tipo de animal somos, sino el amor que compartimos entre nosotros".
Sintiendo el amor de sus padres adoptivos, Gogo sonrió, comprendiendo que la felicidad no dependía de parecerse a los demás, sino de estar rodeado de amor.
La familia siguió creciendo y disfrutando de aventuras juntos. Con cada día que pasaba, Gogo se sentía más seguro de su lugar en el corazón de Pipo y Lila. Hicieron muchas más actividades, como hacer picnics, construir castillos de barro y representar obras de teatro en el campo, ríendo y divirtiéndose.
Por último, un día, Gogo decidió hacer una gran fiesta para todos los animales del campo, invitando a gansos, cerdos y hasta a las gallinas. Al final de la fiesta, agradeció a sus papás adoptivos.
"Gracias por elegirme y por amarme. No necesito ser igual a los otros gansos porque tengo lo más importante: una familia que me quiere".
Pipo y Lila sonrieron, llenos de alegría y orgullo. Se dieron cuenta de que la familia no siempre tiene que ser de la misma especie, sino de aquellos que se eligen y comparten el amor. Y así, vivieron felices, construyendo momentos y memorias juntos, demostrando que la verdadera felicidad se encuentra donde hay amor.
Y así, Pipo, Lila y Gogo continuaron sus días, mostrando a todos en el campo que las familias pueden ser diversas y que el amor lo abarca todo.
FIN.