Un cohete sin combustible



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, tres amigas muy especiales: Martina, Margarita y Francesca. Estas tres chicas eran conocidas por su energía contagiosa y su espíritu aventurero.

Juntas, siempre encontraban la manera de divertirse y hacer reír a todos a su alrededor. Un día soleado, las tres amigas se reunieron en el parque para planear sus próximas locuras. Martina tenía una idea emocionante: construir un cohete y viajar hasta la luna.

Margarita, siempre dispuesta a aceptar cualquier desafío, estaba entusiasmada con la idea. Pero Francesca, que era más cautelosa, no estaba tan convencida. "¿Estás segura de que podemos construir un cohete?", preguntó Francesca preocupada.

"¡Claro que sí!", exclamó Martina con confianza. "Podemos buscar materiales reciclados en el depósito abandonado del pueblo". Sin perder tiempo, las tres amigas se dirigieron al depósito y comenzaron a buscar entre los objetos olvidados.

Encontraron latas vacías, botellas de plástico y trozos de madera que podrían usar para construir el cohete. Dedicaron días enteros a trabajar juntas en su proyecto secreto mientras aprendían sobre física y aerodinámica por medio de libros prestados por el abuelo de Francesca.

Finalmente, después de mucho esfuerzo y trabajo duro, el cohete estuvo listo para ser probado. Las chicas lo llevaron al campo abierto cerca del pueblo donde tenían suficiente espacio para lanzarlo sin causar daños.

Con nerviosismo, Martina se subió al cohete y Margarita y Francesca la ayudaron a asegurarse. Los motores rugieron y el cohete despegó en medio de un estruendo ensordecedor. "¡Vamos a la luna!", gritó Martina emocionada mientras el cohete se elevaba hacia el cielo.

Pero cuando estaban a punto de llegar a la luna, algo inesperado sucedió: el combustible del cohete se agotó y comenzaron a caer rápidamente de regreso a la Tierra. "¡No podemos rendirnos ahora!", exclamó Margarita con determinación. "Tenemos que encontrar una solución".

Francesca, siempre pensativa, recordó haber visto un paracaídas en uno de los armarios del depósito abandonado. Sin perder tiempo, corrió hasta allí mientras Martina y Margarita intentaban mantener el control del cohete en caída libre.

Por suerte, Francesca encontró el paracaídas justo a tiempo. Regresó corriendo al campo abierto donde las otras dos amigas esperaban ansiosas. Con habilidad y trabajo en equipo, lograron instalar el paracaídas antes de que fuera demasiado tarde.

A medida que descendían lentamente hacia la Tierra, las tres amigas se abrazaron emocionadas por haber superado juntas ese gran desafío.

Desde ese día, Martina, Margarita y Francesca aprendieron una valiosa lección: aunque los sueños pueden parecer imposibles al principio, con esfuerzo y trabajo en equipo todo es posible. Las tres amigas continuaron teniendo aventuras increíbles juntas, pero esta vez con más precaución y planificación. Aprendieron a escuchar las ideas de cada una y a apoyarse mutuamente en cada paso del camino.

Y así, Martina, Margarita y Francesca demostraron al mundo que no importa cuán loco o divertido sea un sueño, con amistad y determinación, siempre se puede hacer realidad.

FIN.

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