Un colegio mágico



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Emely. Desde muy pequeña, Emely soñaba con la idea de poder ir a la escuela y aprender muchas cosas nuevas.

Sin embargo, en su pueblo no había colegio y los niños tenían que conformarse con aprender lo básico en sus casas.

Un día, mientras paseaba por el campo cerca de su casa, Emely encontró a Don Lucas, un anciano sabio del pueblo que conocía todos los secretos de la naturaleza. Emocionada por verlo allí, decidió acercarse y contarle su más grande deseo: tener un colegio donde pudiera estudiar y aprender todo lo que ella quisiera.

Don Lucas sonrió ante las palabras de Emely y le dijo: "Mi querida niña, existe una flor mágica llamada la flor de tamarindo. Dicen que aquellos que logran encontrarla pueden hacer realidad cualquier deseo.

Si tú encuentras esa flor y me la traes, prometo ayudarte a construir tu propio colegio". Emely se emocionó tanto al escuchar esto que decidió embarcarse en una aventura para buscar esa maravillosa flor.

Con lápiz y papel en mano, comenzó a dibujar un mapa basado en las indicaciones de Don Lucas sobre dónde podría crecer dicha flor. Durante semanas enteras recorrió campos y montañas siguiendo el camino trazado en su mapa. A veces se sentía cansada y desanimada pero nunca dejaba que eso la detuviera.

Sabía que si encontraba la flor de tamarindo podría cumplir su sueño. Un día soleado mientras caminaba por el bosque, Emely vio un destello de color rosa entre los árboles. Se acercó rápidamente y allí estaba, la flor de tamarindo.

Brillante y hermosa como se la habían descrito. Llena de alegría, Emely tomó la flor con cuidado y corrió de vuelta al pueblo para mostrarle a Don Lucas lo que había logrado.

Al verla llegar con la flor en sus manos, el anciano sabio sonrió y cumplió su promesa. Junto a otros habitantes del pueblo, construyeron un pequeño colegio donde Emely podría estudiar junto a otros niños del lugar. Los padres y maestros se unieron para enseñarles todo lo que sabían.

La escuela pronto se llenó de risas y aprendizaje. Emely estaba muy feliz porque finalmente podía aprender cosas nuevas cada día en su propio colegio.

Se dedicó a estudiar con mucho esfuerzo y dedicación, convirtiéndose en una excelente alumna. Con el tiempo, el éxito de Emely inspiró a otros pueblos vecinos a seguir su ejemplo. Poco a poco fueron construyendo más escuelas para que todos los niños tuvieran la oportunidad de aprender.

La historia de Emely llegó tan lejos que incluso las autoridades del país se enteraron y decidieron invertir en educación para todos los niños argentinos.

De esta manera, gracias al esfuerzo e inspiración de una niña valiente como Emely, miles de niños pudieron cumplir sus sueños educativos también. Y así fue como una pequeña niña llamada Emely cambió su vida y la vida de muchos otros niños al obtener la flor mágica del tamarindo.

Su determinación y ganas de aprender demostraron que los sueños pueden hacerse realidad si uno se lo propone.

FIN.

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