Un concurso de amistad
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Alegría, una niña llamada Sofía.
Sofía era muy inteligente y creativa, pero tenía un problema: tendía a excluir a los demás niños de sus juegos porque pensaba que eran diferentes a ella. Un día, Sofía organizó una competencia de dibujo en el parque del pueblo.
Todos los niños estaban emocionados por participar, excepto Lucas, un niño con discapacidad que siempre se sentaba solo en un banco mirando cómo jugaban los demás. Sofía notó la tristeza en los ojos de Lucas y decidió hacer algo al respecto.
Se acercó a él y le dijo amablemente: "¡Lucas, me encantaría que te unas a nuestra competencia de dibujo! ¡Todos son bienvenidos aquí!"Lucas no podía creerlo. Nadie nunca antes le había invitado a jugar. Con una sonrisa radiante, aceptó la propuesta de Sofía y se unió al concurso. La competencia comenzó y todos los niños estaban concentrados en sus dibujos.
Sofía se dio cuenta de que Lucas estaba luchando para sostener el lápiz debido a su discapacidad, así que se acercó a él y le ofreció ayuda sin dudarlo.
"¿Necesitas ayuda con tu dibujo, Lucas?" -preguntó Sofía con amabilidad. "Sí, gracias", respondió Lucas tímidamente. Juntos trabajaron en el dibujo, combinando las ideas creativas de ambos. El resultado fue increíble: un arco iris brillante rodeado de corazones felices.
Cuando llegó el momento de presentar los dibujos al jurado, todos quedaron impresionados por la colaboración entre Sofía y Lucas. El jurado anunció que el dibujo ganador era el del arco iris brillante rodeado de corazones felices. Sofía y Lucas saltaron de alegría.
Habían ganado juntos gracias a la bondad y la aceptación mutua.
Desde ese día en adelante, Sofía aprendió una valiosa lección: la diversidad es lo que hace especial a cada persona, y ser amable y bondadoso con los demás es lo más importante en la vida. Y así, en el pueblo de Alegría, todos aprendieron a aceptar y celebrar las diferencias entre ellos gracias al amor incondicional de dos pequeños amigos llamados Sofía y Lucas.