Un Concurso Numérico



Había una vez en el país de los números, un concurso muy especial que se celebraba cada año para elegir al número más destacado de todos.

Los concursantes eran los números del 0 al 10, y cada uno estaba ansioso por demostrar por qué merecía llevarse el título. El cero era el primero en presentarse ante el jurado. Era un número pequeño y humilde, pero sabía que su valor era infinito.

"-Buenas tardes, mi nombre es Cero y represento la nada y a la vez todo. Sin mí, no habría números negativos ni decimales", dijo con orgullo. El uno fue el siguiente en subir al escenario. Era un número sencillo pero poderoso.

"-Hola a todos, soy Uno y represento la unidad. Soy el inicio de todo conteo y sin mí, no podríamos contar hasta diez", expresó con confianza. El dos apareció luego, mostrando su forma curva y simétrica.

"-Saludos queridos espectadores, soy Dos y represento la dualidad. Junto al Uno formamos parejas perfectas como en el juego del dominó", afirmó con elegancia. El tres hizo su entrada triunfal con sus tres puntas bien definidas.

"-¡Buenas tardes! Soy Tres y represento la trinidad. En matemáticas soy clave en operaciones como multiplicaciones o divisiones", explicó con entusiasmo. El cuatro se presentó a continuación, con sus ángulos rectos impecables. "-Hola a todos, me llamo Cuatro y represento la estabilidad.

Mis cuatro lados son fuertes como una mesa de cuatro patas", mencionó con firmeza.

Sin embargo, cuando le llegó el turno al cinco, algo inesperado ocurrió: ¡el Cinco había desaparecido! Todos se alarmaron e iniciaron una búsqueda frenética para encontrarlo antes de que fuera demasiado tarde. Después de una intensa búsqueda por todo el país de los números, finalmente encontraron al Cinco escondido detrás del escenario principal.

Estaba temblando de miedo porque pensaba que no sería lo suficientemente bueno comparado con los demás números. "-¡Cinco! ¿Qué haces aquí? Deberías estar presentándote ante el jurado", exclamaron los otros números sorprendidos. "-Lo siento mucho...

es solo que me sentí tan abrumado al ver lo increíbles que son ustedes que tuve miedo de no estar a la altura", confesó avergonzado el Cinco. Los demás números se acercaron para consolarlo y recordarle lo importante que era para ellos: "Cinco, sin ti no podríamos tener nuestra mano completa ni jugar al pico-truco".

Con estas palabras llenas de cariño, lograron animar al Cinco para que volviera al escenario y mostrara todo su potencial.

Al final del día, llegó el momento crucial: ¡la coronación del número más destacado! El jurado anunció emocionado: "Y el ganador es... ¡el Cinco!". Todos aplaudieron emocionados mientras el Cinco subía triunfante al podio para recibir su corona.

Desde ese día en adelante, todos los números aprendieron a valorarse unos a otros por igual sin importar cuán grandes o pequeños fueran individualmente; porque juntos formaban parte de algo mucho más grande e importante: las matemáticas maravillosas del país de los números.

FIN.

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