Un corazón en el infierno


Había una vez, en un lugar muy lejano, un diablo llamado Dante. Dante era diferente a los demás demonios del infierno, ya que su piel era de un color rojo intenso y tenía unos cuernos grandes y puntiagudos.

A pesar de su apariencia aterradora, Dante tenía un corazón noble y siempre buscaba la forma de ayudar a los demás.

Un día, mientras recorría el inframundo en busca de aventuras emocionantes, Dante se encontró con una pequeña criatura llamada Lucas. Lucas era un niño huérfano que había caído al infierno por accidente. Estaba asustado y perdido, sin saber cómo regresar a casa.

Dante se acercó a Lucas con ternura y le dijo: "¡Hola! Soy Dante, el diablo amigable. ¿Necesitas ayuda?". Lucas miró fijamente al diablo con miedo pero también sintió algo especial en su voz. Decidió confiar en él y respondió tímidamente: "Sí... estoy perdido".

Dante sonrió gentilmente y extendió su mano hacia Lucas para llevarlo a donde estuviera seguro. Mientras caminaban juntos por el inframundo, Dante le contaba historias fascinantes sobre las diferentes criaturas que habitaban allí.

Poco a poco, Lucas comenzó a darse cuenta de que no todas las cosas malas eran como parecían. Aprendió que muchos demonios solo actuaban así porque estaban tristes o enfadados por algún motivo. Un día, mientras exploraban una cueva oscura llena de murciélagos gigantes, escucharon llantos provenientes de una esquina.

Se acercaron y encontraron a un pequeño demonio llamado Matías, que estaba llorando desconsoladamente. Dante se arrodilló junto a él y preguntó: "¿Qué te sucede, Matías?". Entre sollozos, Matías respondió: "Me siento solo y triste.

Todos me tienen miedo por mi apariencia". Dante miró compasivamente al pequeño demonio y le dijo: "No estás solo, Matías. Y no importa cómo te veas por fuera, lo importante es cómo eres por dentro".

Lucas asintió con la cabeza y agregó: "¡Exacto! Dante es un diablo amigable y ha sido mi mejor amigo desde que llegué aquí". Matías levantó la mirada sorprendido y exclamó: "¿En serio? ¿Un diablo puede ser un buen amigo?". Dante sonrió cálidamente y respondió: "Claro que sí.

No debemos juzgar a las personas por su apariencia, sino por sus acciones". A partir de ese día, Dante, Lucas y Matías se convirtieron en los mejores amigos del inframundo.

Juntos exploraban cada rincón del infierno e incluso ayudaban a otros demonios tristes a encontrar la felicidad en su interior. La historia de Dante demostraba que el verdadero valor está en el corazón de las personas, sin importar cómo luzcan por fuera.

Enseñaba a los niños que nunca deben juzgar a alguien antes de conocerlos realmente. Y así, con sus aventuras llenas de amistad y valentía, Dante el diablo rojo inspiraba a todos en el inframundo a ser mejores personas y a mirar más allá de las apariencias.

Dirección del Cuentito copiada!