Un corazón que aprende a amar



Había una vez una pequeña niña llamada Paula que soñaba con ser enfermera. Aunque siempre había tenido miedo de los abuelos, decidió enfrentar su temor y trabajar en un hogar de ancianos.

Al principio, Paula se sentía incómoda alrededor de los abuelos. Pensaba que eran viejos y aburridos, y prefería jugar con niños de su edad. Pero poco a poco, fue dándose cuenta de que cada uno tenía una historia interesante para contar.

Un día, mientras ayudaba a la señora Rosa a caminar por el jardín del hogar de ancianos, se dio cuenta de lo feliz que estaba ella al poder disfrutar del aire fresco y las flores.

La señora Rosa le contó cómo solía ser bailarina cuando era joven y cómo amaba la música. "-¡Qué hermoso! Me encantaría verla bailar", dijo Paula emocionada.

La señora Rosa sonrió y le dijo: "-¿Sabes qué? Si te enseño algunos pasos de baile, prometo no contarle a nadie sobre tu miedo a los abuelos". Paula aceptó el desafío y comenzaron a practicar juntas todos los días.

Poco a poco, Paula empezó a disfrutar más del tiempo con la señora Rosa e incluso comenzó a hablar con otros abuelitos también. Un día, mientras visitaba al señor Antonio en su habitación, notó un álbum lleno de fotos antiguas sobre su escritorio.

El señor Antonio le explicó que solía ser fotógrafo profesional y le mostró algunas imágenes increíbles que había capturado durante su carrera. "-¡Wow, señor Antonio! ¡Estas fotos son asombrosas! ¿Me enseñaría a tomar fotografías?", preguntó Paula con entusiasmo. El señor Antonio aceptó encantado y comenzaron a salir juntos por el hogar de ancianos para capturar momentos especiales.

Paula descubrió que la fotografía era una forma maravillosa de expresión y se emocionaba cada vez que lograba capturar una imagen hermosa. Con el tiempo, Paula se volvió muy querida por todos los abuelitos del hogar.

Aprendió a tocar el piano con la ayuda del señor Manuel, quien solía ser profesor de música, y aprendió a tejer con la señora Marta, una experta tejedora.

Un día, mientras compartían un almuerzo especial en honor al cumpleaños de uno de los abuelitos, todos le dieron las gracias a Paula por su dedicación y amabilidad. Fue entonces cuando Paula se dio cuenta de lo mucho que había cambiado desde que empezó a trabajar allí.

"-No puedo creer cuánto he aprendido y cuánto me han enseñado ustedes", dijo emocionada. Todos los abuelitos sonrieron y elogiaron su valentía por enfrentar sus miedos y abrir su corazón hacia ellos.

Paula sintió una gran satisfacción al saber que había hecho una diferencia en sus vidas. Desde ese día en adelante, Paula siguió siendo enfermera en el hogar de ancianos pero ahora también era amiga de todos los abuelitos.

Aprendió la importancia del respeto hacia nuestros mayores y cómo cada uno tiene algo especial para compartir si estamos dispuestos a escuchar. Y así fue como Paula, la pequeña enfermera que odiaba a los abuelos, se convirtió en una persona inspiradora y educativa para todos aquellos que la conocían.

FIN.

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