Un cuento de amistad en el bosque encantado
Había una vez en un bosque encantado, una pequeña ardilla llamada Hermana que vivía felizmente junto a su familia en un árbol muy alto.
A pesar de tener muchos amigos y seres queridos a su alrededor, Hermana empezó a sentirse sola y triste. Un día, mientras saltaba de rama en rama buscando nueces para el invierno, se detuvo de repente al escuchar un suave llanto proveniente de un arbusto cercano.
Curiosa, se acercó sigilosamente y descubrió a una mariposa herida y solitaria. "¿Qué te pasa?", preguntó Hermana con ternura.
La mariposa levantó la cabeza sorprendida y entre sollozos le contó que se había separado de su familia durante una tormenta y desde entonces no encontraba el camino de regreso a casa. Sin pensarlo dos veces, Hermana decidió ayudarla. "No te preocupes, yo te guiaré hasta encontrar a los tuyos", prometió la ardilla con determinación. Juntas emprendieron un viaje lleno de aventuras por el bosque desconocido.
Se enfrentaron a arroyos turbulentos, treparon colinas empinadas y sortearon obstáculos inesperados. A lo largo del camino, la mariposa compartió historias sobre su hogar y sus seres queridos, haciendo que Hermana olvidara por completo su propia soledad.
Finalmente, después de muchos días de travesía, divisaron a lo lejos una pradera llena de coloridas flores donde cientos de mariposas revoloteaban felices.
La mariposa herida reconoció al instante a su familia entre ellas y con lágrimas de alegría se despidió amorosamente de Hermana. "Gracias por todo tu apoyo y valentía, amiga ardilla. Nunca olvidaré tu bondad", dijo la mariposa antes de reunirse con los suyos.
Hermana observó emocionada cómo la familia se abrazaba con cariño mientras las lágrimas recorrían sus mejillas peludas. En ese momento comprendió que aunque todos sintieran soledad en algún momento de sus vidas, siempre había alguien dispuesto a brindar apoyo y compañía desinteresada.
Regresando al árbol donde vivía junto a los suyos, Hermana abrazó fuertemente a sus amigos animales y les contó sobre la increíble aventura que había vivido junto a la mariposa. Desde entonces, aprendió que compartir momentos especiales con otros seres era el mejor antídoto contra la soledad.
Y así fue como Hermana descubrió que el verdadero valor estaba en ayudar al prójimo sin esperar nada a cambio, convirtiendo cada encuentro en una oportunidad para crecer como individuo y fortalecer los lazos con quienes nos rodean.
FIN.