Un Cuento de Amistad y Valor
Había una vez, en un reino muy lejano, una princesa llamada Valentina que vivía en un hermoso castillo rodeado de jardines llenos de flores. A pesar de tener todo lo que deseaba, Valentina se sentía sola. Un día, decidió salir a explorar el bosque cercano, donde el aire fresco y los árboles altos le ofrecían una sensación de libertad.
Mientras paseaba, Valentina escuchó un croar insistente. Siguiendo el sonido, encontró a un sapo verde y gordito atrapado en una trampa de cazadores.
"¡Ayuda! ¡No puedo salir de aquí!" - suplicó el sapo, moviendo sus patas con desesperación.
"¿Qué te pasó, pequeño sapo?" - preguntó Valentina, acercándose con cuidado.
"Me quedé atrapado mientras buscaba algo para comer. No quiero ser comida de esos cazadores" - explicó el sapo.
Compasiva, Valentina decidió ayudarlo. Con mucho empeño, logró liberar al sapo, quien, agradecido, le dijo:
"Mil gracias, princesa. Soy Simo, y para recompensarte, te ofreceré un deseo. Elige lo que más desees."
Valentina quedó atónita. Nunca había imaginado encontrarse con un sapo mágico. Sin embargo, en vez de pedir riquezas o poder, pensó en lo que realmente le haría feliz.
"Quiero tener una verdadera amiga con quien compartir mis aventuras" - dijo Valentina, con una sonrisa.
"¡Ese es un deseo muy noble!" - exclamó Simo, antes de saltar de alegría. "Te prometo que seré tu amigo, si me das la oportunidad."
Así, Valentina y Simo comenzaron una hermosa amistad. Todos los días, la princesa iba al bosque para jugar y aprender de su nuevo amigo. Simo le enseñó sobre la naturaleza, las criaturas del bosque, y cómo hacer que las plantas crecieran. Aunque eran diferentes, su conexión creció cada vez más.
Un día, mientras exploraban, escucharon un gran alboroto. Al acercarse, vieron los árboles moviéndose extrañamente.
"¿Qué será eso?" - preguntó Valentina con curiosidad.
"Parece que hay algo mal. ¡Vayamos a ver!" - respondió Simo con determinación.
Al llegar al lugar, encontraron a un grupo de animales del bosque muy asustados. Una gran sombra se cernía sobre ellos; era un enorme dragón que había llegado al bosque buscando un tesoro oculto. Los animales estaban aterrorizados por su presencia.
"¡Váyanse! ¡No quiero hacerles daño!" - rugió el dragón, pero su voz sonaba más triste que amenazante.
"¡Simo! ¿Qué hacemos?" - preguntó Valentina, sintiendo un nudo en el estómago.
"Tenemos que hablar con él. Tal vez tenga un motivo para estar aquí" - sugirió Simo.
Valentina se armó de valor. Se acercó al dragón y, con una voz firme, dijo:
"¿Por qué asustas a los animales? No tienes que hacerles daño. ¿Qué es lo que realmente buscas?"
El dragón, sorprendido por la valentía de la pequeña princesa, respondió:
"Busco un tesoro que me ayude a regresar a casa. Pero nadie me quiere ayudar porque me temen. He estado solo por mucho tiempo."
Valentina sintió compasión por el dragón.
"Eso no es un verdadero tesoro. ¿Qué tal si te ayudamos a encontrar lo que buscas, mejor que hacerles daño a los demás?" - propuso.
El dragón la miró con sorpresa. Nunca había esperado una oferta así. Después de un momento de duda, asintió.
"Está bien, quiero encontrar mi hogar" - murmuró.
Así, Valentina, Simo y el dragón trabajaron juntos. Después de varias horas de búsqueda, descubrieron que el verdadero tesoro del dragón era una antigua piedra mágica que le permitiría regresar a su hogar, un lugar donde el dragón sería querido y respetado.
"Gracias, Valentina. Nunca imaginé que encontraría amigos que me ayudarían" - dijo el dragón, con los ojos brillantes de gratitud.
Valentina le sonrió y le respondió:
"Siempre hay un lugar para la amistad en el mundo, incluso entre los más diferentes. Recuerda, el verdadero tesoro es tener amigos con quienes compartir aventuras."
Con un último agradecimiento, el dragón usó la piedra y desapareció en un destello de luz, prometiendo que siempre los recordaría. Valentina y Simo regresaron a casa, sintiéndose plenos y felices.
A partir de ese día, Valentina entendió que la verdadera riqueza estaba en las amistades y en la bondad que se puede ofrecer a los demás. Y así, su corazón se llenó de alegría, sabiendo que no estaba sola, sino rodeada de seres queridos.
Y cada vez que salía al bosque, sabía que Simo siempre estaría a su lado, haciendo cada aventura aún más especial.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.