Un Cuento de Amor y Superación
Había una vez, en un reino lejano llamado Lumina, una hermosa princesa llamada Elia. Era conocida por su bondad y su amor por la naturaleza. El rey, su padre, el rey Augusto, era justo y sabio, pero su corazón estaba preocupado por un oscuro secreto: una bruja llamada Morwen, que había sido desterrada por sus malas acciones, había prometido venganza.
Un día, mientras Elia paseaba por el bosque, conoció a un joven príncipe llamado Leo, que iba de paso por el reino. Desde el primer momento, se sintieron atraídos el uno por el otro.
"Hola, soy Elia, ¿quién eres tú?" -le preguntó ella con una sonrisa-.
"Soy Leo, príncipe del reino vecino. He oído hablar mucho de ti" -dijo él, encantado-.
Ambos comenzaron a pasar tiempo juntos en el bosque, compartiendo historias y riéndose. Pero no sabían que Morwen, la bruja, estaba observándolos desde las sombras, llena de celos.
Una noche, Morwen decidió lanzar un hechizo. Apareció ante Elia mientras ella soñaba.
"¿Quién eres tú?" -preguntó la princesa, asustada-.
"Soy Morwen, la bruja. He venido a llevarte de este lugar y a mostrarte lo que se siente ser traicionada, como yo lo fui" -respondió con una sonrisa malévola.
Elia se despertó gritando y se dio cuenta de que la bruja había colocado un hechizo de traición en su corazón. Al día siguiente, el corazón de la princesa se sentía extraño y frío. Durante un baile en el castillo, eligió mal las palabras.
"No sé si puedo confiar en ti, Leo" -le dijo llorando a él-.
"¿Por qué dices eso, Elia? ¿Acaso he hecho algo para que no confíes en mí?" -respondió Leo, dolido-.
El rey Augusto también notó el cambio.
"Elia, hija mía, ¿qué te ocurre?" -preguntó el rey con preocupación-.
"Papá, siento que estoy atrapada en mis propios pensamientos... ciertos... oscuros" -dijo ella sin poder explicarlo del todo-.
Desesperada por deshacerse del hechizo, Elia decidió enfrentarse a Morwen. Con la ayuda de un sabio anciano del pueblo llamado Don Rancio.
"Debes enfrentarte a tus miedos y entender lo que significa la traición" -le dijo él, con voz profunda-.
El día de la confrontación, Elia se adentró en el bosque oscuro.
"Morwen, sal de una vez" -gritó firme-.
"¿Qué deseas, princesa?" -respondió la bruja, apareciendo entre los árboles-.
"Quiero que me devuelvas mi corazón. Ya no quiero vivir con este miedo a traicionar a quienes amo" -exclamó Elia, con gran valentía-.
Morwen soltó una risa escalofriante.
"¿Y si te digo que solo tú puedes romper el hechizo?" -dijo-.
Elia se sintió abatida, pero recordó el amor que tenía por Leo y por su padre.
"Puedes sentir rencor, Morwen, pero yo he escogido el amor. No me dejaré vencer por la traición" -afirmó, sintiéndose más fuerte-.
"¿Qué? Eso no es lo que esperaba oír" -respondió la bruja, confundida-.
"Te perdono, Morwen. Tu respuesta nace del dolor. No eres una villana, solo te has dejado llevar por la tristeza" -dijo Elia, acercándose con calidez-.
Morwen, sorprendida por sus palabras, sintió un cambio en su corazón.
"¿Perdonarme? No sabía que eso existía" -dijo, con lágrimas en los ojos-.
"La traición puede herir, pero el amor puede sanar" -dijo Elia-.
Entonces, un destello de luz envolvió a Morwen, y el hechizo que mantenía a Elia atada se desvaneció. El corazón de la princesa volvió a latir cálido y generoso.
"¡Lo has logrado!" -exclamó Leo, quien había estado observando desde lejos-.
El rey Augusto se unió a ellos, orgulloso de la valentía de su hija.
"Has superado grandes obstáculos, querida Elia" -dijo él emocionado-.
Desde entonces, Morwen decidió cambiar su camino. La princesa y el príncipe regresaron al reino, sabiendo que el amor y la comprensión siempre pueden superar la traición. Con el tiempo, Morwen se convirtió en una aliada en el reino y nunca más volvió a usar su magia para el mal.
Y así, Elia, Leo, Morwen como nueva amiga y el rey Augusto vivieron felices, recordando siempre el poder del amor y la superación. El reino de Lumina floreció como nunca antes, lleno de amor y paz, con un bosque donde los sueños se hacían realidad.
FIN.