Un cuento de bondad y generosidad



Había una vez un niño llamado Pedro que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Pedro era un niño muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras exploraba el desván de su casa, encontró un viejo libro con ilustraciones de santos. Pedro hojeó las páginas del libro y se detuvo en una imagen que le llamó la atención: era San Juan Bosco, un santo italiano conocido por su amor y dedicación a los niños.

Pedro quedó fascinado por la historia de este santo y decidió que quería conocerlo. Un día, mientras jugaba en el parque del pueblo, Pedro vio a lo lejos a un hombre mayor vestido con una túnica negra.

Se acercó corriendo para ver quién era y se sorprendió al descubrir que era San Juan Bosco. - ¡Hola! ¿Eres San Juan Bosco? - preguntó emocionado Pedro. - Así es, jovencito. ¿Y tú quién eres? - respondió sonriendo el santo.

- Soy Pedro y he leído sobre ti en este libro. Me gustaría pasar tiempo contigo y aprender más sobre tus enseñanzas - dijo el niño entusiasmado.

San Juan Bosco aceptó encantado la propuesta de Pedro y juntos comenzaron a pasar mucho tiempo juntos. El santo le enseñaba al niño importantes valores como la amabilidad, la generosidad y el respeto hacia los demás.

Un día, mientras paseaban por el mercado del pueblo, vieron a un grupo de niños peleándose por un juguete. Sin dudarlo, San Juan Bosco se acercó a ellos y les habló con dulzura. - Chicos, ¿por qué pelean? Recuerden que es mejor compartir y jugar juntos.

Todos podemos divertirnos si nos ayudamos unos a otros. Los niños se detuvieron y escucharon atentamente las palabras del santo. Poco a poco, fueron dejando de lado sus diferencias y comenzaron a jugar en armonía.

Pedro quedó maravillado al ver cómo San Juan Bosco lograba resolver conflictos entre los niños con tanto amor y paciencia. Aprendió que no importa cuán pequeños seamos, siempre podemos hacer una diferencia en la vida de los demás.

Con el tiempo, Pedro se convirtió en un niño amable y generoso gracias a las enseñanzas de San Juan Bosco. Juntos, visitaban orfanatos y hospitales para llevar alegría a aquellos que más lo necesitaban.

Un día, cuando Pedro ya era un joven adulto, San Juan Bosco le dijo:- Ha sido un honor pasar tiempo contigo, Pedro. Ahora debes seguir tu propio camino y compartir tus conocimientos con otros niños. Pedro asintió con tristeza pero sabía que había llegado el momento de despedirse de su querido mentor.

Siempre llevaría consigo las enseñanzas de San Juan Bosco en su corazón. Y así fue como Pedro continuó el legado del santo italiano, dedicando su vida a ayudar a los niños menos favorecidos.

Recordaba cada palabra de San Juan Bosco mientras trabajaba para mejorar la educación infantil en su país. La historia de Pedro se convirtió en una inspiración para muchos jóvenes que también deseaban seguir el ejemplo del santo.

Gracias a San Juan Bosco, el mundo se llenó de niños amables, generosos y dispuestos a hacer del mundo un lugar mejor para todos. Y colorín colorado, este cuento de cómo Pedro hubiera querido conocer a San Juan Bosco ha terminado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!