Un Cuento de Crias



Había una vez, en un tranquilo gallinero de una granja, una gallina llamada Clara. Clara era muy curiosa y siempre estaba llena de preguntas. Su mejor amigo era un gato llamado Lucas, que era un poco más viejo y sabio. Un día, mientras jugaban en el sol, Clara le hizo una pregunta.

"Lucas, ¿sabés cómo nacen los gatitos?" - preguntó Clara.

"¡Claro!" - respondió Lucas, estirando su cola con orgullo. "Los gatos y sus mamás suelen buscar un lugar tranquilo y cálido. Cuando llega el momento, mamá gatas buscan un lugar seguro y se preparan para dar a luz. Luego de un tiempo, nacen los pequeños gatitos, por lo general, en grupos de dos a cinco. Es un momento mágico porque cada gatito es especial y único, como las estrellas en el cielo."

Clara escuchó atentamente, fascinada por la historia.

"¿Y qué hay de los pollitos?" - inquirió Clara, picoteando el suelo.

"Ah, eso es diferente", respondió Lucas. "Los pollitos nacen de los huevos. Las gallinas, como vos, ponen los huevos. Luego los cuidan, sentándose sobre ellos para que se mantengan calientitos y seguros. Después de unas semanas, los pollitos hacen crack y salen de la cáscara, listos para correr y jugar por todo el gallinero."

Clara se sentía orgullosa de ser una gallina.

"¡Qué hermoso es todo esto!" - exclamó Clara. "Ojalá pudiera ver a los pequeños después de que nacen. ¿Te gustaría acompañarme a ver cómo nacen mis pollitos?"

"¡Por supuesto que sí!" - respondió Lucas con un brillo en sus ojos. "Me encanta la idea."

Esa tarde, Clara se acomodó en su nido, cuidando de los huevos con cariño. Lucas se sentó a su lado, observándola con atención. Los días pasaron y Clara le contó a Lucas sobre cada momento del proceso. Pero a medida que se acercaba el día en que los pollitos nacieran, Clara estaba nerviosa.

"¿Y si no nacen?" - preguntó Clara, inquieta.

"¡Claro que nacerán!" - aseguró Lucas. "La naturaleza sabe lo que hace. Tené fe, Clara. Cada uno de esos huevos está lleno de vida."

Pasaron algunas noches y una mañana Clara sintió un pequeño movimiento.

"Lucas, ¡mira!" - gritó emocionada. "¡Están chocando el casco!"

Lucas se acercó de un salto, y juntos observaron cómo un pequeño pollito lograba salir de su huevo.

"¡Lo lograron!" - exclamó Lucas, emocionado. "Son tan pequeños y adorables. ¡Felicitaciones, Clara!"

Clara sonrió llena de orgullo mientras poco a poco cuatro hermosos pollitos iban asomándose. Eran amarillos y peluditos, y sus picos eran juguetones. Pero lo que Clara no sabía era que esa noche, Lucas también tenía algo especial que mostrarle.

"Clara, te quiero contar algo" - dijo Lucas un poco nervioso antes de que Clara se acomodara con sus nuevos amigos. "Esta noche, yo también seré papá."

"¡Qué noticia tan maravillosa!" - gritó Clara. "¿Cuántos serán?"

"No estoy seguro, pero me parece que serán tres o cuatro" - respondió emocionado Lucas.

Al caer la noche, Clara le ofreció a Lucas un lugar en su nido para que pudiera descansar. Así, mientras las crías de Clara exploraban su nuevo hogar, Lucas se sintió feliz de poder compartir esa experiencia con su amiga. Al día siguiente, Clara decidió ayudar a Lucas.

"Vayamos juntos a buscar el lugar perfecto para que nazcan tus gatitos", propuso Clara.

"¡Gran idea!" - afirmó Lucas, agradecido.

Día tras día, Clara y Lucas exploraban juntos la granja, buscando el lugar ideal. Hablaron, rieron y se apoyaron mutuamente. Finalmente, Lukas encontró un viejo árbol con un suave manto de hojas caídas.

"Este es el lugar perfecto" - dijo Lucas mientras miraba la escena. "Es acogedor, tranquilo y seguro."

La noche llegó y Lucas se acomodó en un rincón del árbol, listo para convertirse en papá. Cuando despertó al amanecer, vio tres preciosos gatitos jugando a su alrededor.

"Mirá, Clara, ¡son bellísimos!" - dijo Lucas emocionado. "Les voy a poner los nombres de los colores del arco iris: Rojo, Azul y Amarillo."

"¡Son preciosos!" - respondió Clara, feliz. "Cada uno de ellos es tan especial como tus historias."

Así, Lucas y Clara se dieron cuenta que, aunque eran diferentes, había cosas que compartir. Se dieron cuenta que la vida está llena de colores y momentos mágicos, sólo hay que estar dispuestos a mirar. Desde ese día, la gallina y el gato aprendieron a crecer juntos, compartiendo la alegría de ser papás, mientras sus crías jugaban y aprendían de ellos, en ese hermoso gallinero donde la amistad era el verdadero tesoro.

FIN.

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