Un Cuento de Reciclaje y Ayuda Mutua

Había una vez un grupo de amigos llamados Martina, Tomás y Sofía que vivían en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques.

Un día, mientras jugaban en el parque, se dieron cuenta de que había mucha basura tirada por todas partes. - ¡Qué feo! - dijo Martina con desagrado - ¿Por qué la gente tira la basura al suelo? - No lo sé - contestó Tomás - Pero podemos hacer algo para cambiarlo.

- Sí, podemos reagarrar la basura y llevarla al contenedor correspondiente - agregó Sofía entusiasmada. Los tres amigos comenzaron a recolectar toda la basura del parque y sus alrededores.

Mientras lo hacían, se dieron cuenta de que gran parte era papel: envoltorios de golosinas, papeles arrugados y hasta hojas sueltas. - Podríamos separar el papel del resto de la basura para reciclarlo - propuso Martina. Y así fue como los tres amigos decidieron crear un sistema de reciclaje en su pueblo.

Comenzaron por repartir folletos explicando cómo separar los residuos correctamente y colocaron carteles indicando dónde depositar cada tipo de material.

Poco a poco, más niños se sumaron a la iniciativa y todos juntos lograron hacer del pueblo un lugar más limpio y amigable con el medio ambiente. Además, descubrieron que podían vender el papel reciclado a una fábrica cercana y utilizar ese dinero para comprar materiales escolares para aquellos niños que no podían permitírselos.

Un día llegó al pueblo una periodista interesada en conocer la historia detrás de este proyecto. Los niños le explicaron todo con entusiasmo y ella decidió escribir un artículo para el periódico local.

El artículo tuvo mucho éxito y pronto se corrió la voz sobre los niños recicladores. Incluso recibieron una invitación para ir a la ciudad a hablar sobre su proyecto en una conferencia de medio ambiente. Los tres amigos no podían estar más felices por haber logrado tanto con tan poco.

Habían descubierto que, aunque eran pequeños, podían hacer grandes cosas si trabajaban juntos y ponían su mente y corazón en ello.