Un Cuento de Tres Amigos



En la antigua Badajoz, junto al hermoso río Guadiana, había una plaza siempre llena de risas, canciones y colores: ¡era la fiesta de la Almossassa! En esta celebración, los habitantes recordaban cómo Ibn Marwan fundó la ciudad en el año 875 y cómo las culturas árabe, cristiana y judía vivieron juntas en paz.

Un día, tres amigos decidieron participar en los preparativos de la fiesta. Eran Ali, un niño curioso y amante de las historias; Mariana, una niña valiente con un corazón gigante; y David, un pequeño inteligente y soñador. Juntos, querían hacer algo especial para la festividad.

"¿Qué hacemos?", preguntó Ali con los ojos brillantes.

"Deberíamos construir una gran tienda para contar historias", sugirió David.

"¡Y llenarla de luces!", agregó Mariana entusiasmada.

Con esa idea en mente, los tres comenzaron a recolectar materiales. Reunieron telas de colores, luces brillantes y muchos cojines para que todos se pudieran sentar cómodos. Tras horas de trabajo, finalmente lograron armar la maravillosa tienda.

La fiesta de Almossassa llegó y la plaza se llenó de gente. Los aromas de comida exquisita inundaban el aire, y los músicos tocaban melodías que hacían bailar a todos. Los amigos estaban listos para llevar sus historias a la gran tienda.

Cuando la noche cayó, dieron la bienvenida a niños y adultos.

"¡Bienvenidos a nuestro rincón de cuentos!", exclamó Ali.

"Hoy compartiremos historias de nuestras culturas y de cómo todas convivimos aquí en Badajoz", añadió Mariana.

"Sí, y también de Ibn Marwan y su sueño de unir a todos", completó David.

Los cuentos comenzaron, pero de repente, un fuerte viento sopló y arrancó parte de la tela de la tienda.

"¡No!", gritó Mariana, mientras la tela volaba.

"¡No te preocupes!", tranquilizó David. "Los cuentos no se pueden llevar. Solo necesitamos un poco de ingenio."

Los amigos se pusieron a pensar. ¿Qué podían hacer para que el viento no arruinara su momento?"¡Ya sé!", dijo Ali. "Podemos pedir ayuda a los adultos. Tal vez puedan sujetar la tienda mientras contamos las historias."

Los amigos corrieron a buscar a los adultos.

"¡Por favor, ayúdennos!", suplicaron.

"¡Con gusto!", respondieron los adultos, que inmediatamente se unieron a la causa.

Con la ayuda de todos, la tienda fue asegurada y los amigos continuaron contando historias mientras el viento aullaba. Cada cuento que narraban llenaba el aire de magia, imagines de paisajes lejanos, aventuras emocionantes y amistades que cruzaban fronteras.

Al final de la noche, se encendieron fuegos artificiales y toda la gente se reunió en torno a la tienda.

"Gracias a ustedes, esta noche fue maravillosa", dijo una mujer de cabello blanco.

"Sí, gracias por recordar lo importante que es vivir en paz y compartir nuestras historias", añadió un anciano.

"¿Qué les parece si hacemos esto cada año?", propuso David emocionado.

"¡Sí! Así no solo celebraremos la fundación de Badajoz, también recordaremos que somos diferentes pero unidos", dijo Mariana.

La noche finalizó con risas y promesas de unirse nuevamente el próximo año para seguir contando historias. Desde aquel día, Ali, Mariana y David supieron que, aunque a veces el viento pueda soplar en contra, la amistad y las historias siempre les unirían.

Y así, la Almossassa no solo se convirtió en una celebración de la ciudad, sino también en un símbolo de unión, amistad y la magia de compartir.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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