Un cuento de valentía y perseverancia



Había una vez una hormiguita, llamada Princesita, muy chiquitita. Vivía en un gran hormiguero, junto a su mamá y su papá, el rey Hormiguero. La Princesita soñaba con volar, como las princesas de verdad.

Pero para eso debía esperar, el momento adecuado para emprender su vuelo sin parar. Llegó la primavera, llena de color, y las princesitas comenzaron a volar con fervor. Con sus alas transparentes y delicadas, buscaban nuevos lugares donde formar sus colonias anheladas. Princesita se preparó con esmero, volando alto y lejos, sin miedo.

Buscó un lugar seguro y protegido, donde sus hijos pudieran crecer bien nutridos. Encontró un jardín lleno de flores bellas, con hierba fresca y hojas amarillas. Allí decidió fundar su colonia nueva, con esperanza en su corazón, toda resuelta.

Reunió a otras hormigas trabajadoras, que ayudaron a construir nuevas moradas. Excavaron túneles profundos bajo tierra, donde las larvas crecerían fuertes y plenas. Las larvas nacieron pequeñas e indefensas, pero con cuidado de la reina crecieron sin ofensa. Pasaron por distintas fases de desarrollo: huevo, larva, pupa...

¡qué espectáculo! La Princesita observaba orgullosa cada díacómo sus hijitos crecían con alegría. Trabajaban duro para alimentarse bieny convertirse en hormiguitas de gran sostén. Pero llegó el invierno, frío y oscuro, y las hormiguitas sintieron miedo y apuro.

La Princesita sabía que era tiempo de hibernar, de descansar y esperar a la primavera retornar. Se refugiaron en su hogar bajo tierra, con provisiones suficientes para tanta espera. El sueño profundo las envolvió en calma, hasta que llegara nuevamente la estación del alma.

Pasaron los meses con rapidez asombrosa, y la primavera volvió radiante y hermosa. La Princesita despertó llena de energía, lista para guiar a su colonia con valentía. Salieron todas juntas al exterior, dispuestas a explorar sin temor.

Con sus antenas olfateaban el aire, buscando comida para no desmayarse. Trabajaron unidas, como una gran familia, con esfuerzo y dedicación, sin melancolía. La Princesita lideraba con sabiduríay sus hormiguitas seguían su guía día tras día.

Así fue como la pequeña princesa crecióy fundó una colonia fuerte, ¡qué emoción! Enseñando a todos que con perseveranciase puede lograr cualquier meta, sin importar distancia. Y así termina esta historia encantadora, de una hormiga princesa luchadora. Que nos enseña que aunque seamos diminutos, siempre podemos alcanzar nuestros sueños absolutos.

FIN.

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