Un cuento feminista
Ema era una niña muy curiosa y siempre preguntaba por qué las cosas eran como eran. Le gustaba aprender y descubrir cosas nuevas. Además, era muy luchadora y no se daba por vencida ante los obstáculos.
Con el tiempo, Ema creció y se convirtió en una mujer fuerte e independiente.
Pero la vida le presentó desafíos difíciles de enfrentar: perdió a seres queridos, tuvo que adaptarse a cambios importantes en su vida y enfrentó situaciones injustas que la angustiaban. Ema no sabía cómo manejar todas estas emociones negativas que la invadían. Hasta que un día descubrió el feminismo.
A través del feminismo, aprendió a valorarse a sí misma, a respetar sus límites y derechos como mujer. Un día, mientras caminaba por el parque con su amiga Ana, ésta notó que algo andaba mal con Ema:"¿Qué te pasa Ema? Pareces triste". "Sí Ana, estoy pasando por momentos difíciles...
me siento perdida", respondió Ema con voz temblorosa. Ana le sugirió buscar ayuda profesional pero Ema no estaba segura de querer hacerlo. "No sé si eso es lo que necesito ahora mismo", dijo ella.
Fue entonces cuando Ana recordó todo lo que había aprendido sobre el feminismo en un taller al cual había asistido recientemente:"Ema, ¿has pensado en aplicar tus principios feministas para cuidarte mejor?"Ema frunció el ceño sin entender del todo lo que Ana quería decirle.
Entonces su amiga empezó a explicarle:"El feminismo nos enseña a valorarnos como mujeres y poner límites cuando algo no nos hace bien. También nos recuerda que tenemos derecho a vivir sin violencia, ya sea de género o cualquier otro tipo".
Ema empezó a comprender lo que Ana quería decirle. Recordó todas las veces en las que había ignorado sus propias necesidades por complacer a los demás, o cuando había permitido que la trataran mal.
"Tienes razón Ana, creo que es hora de poner en práctica todo lo que he aprendido sobre el feminismo", dijo Ema decidida. A partir de ese día, Ema empezó a cuidarse mejor.
Empezó a decir —"no" cuando algo no le gustaba o no estaba dispuesta a hacerlo. Empezó a buscar ayuda profesional para manejar sus emociones y se rodeó de personas positivas y amorosas. Poco a poco, Ema fue recuperando su fuerza interior y su autoestima.
Descubrió que el feminismo era mucho más que una teoría política: era un estilo de vida basado en el autocuidado y el respeto hacia uno mismo.
Y así, con la determinación de siempre y una nueva herramienta en su arsenal, Ema siguió adelante enfrentando los desafíos de la vida con valentía y coraje.
FIN.