Un cuento sobre la empatía


Emilia era una niña curiosa y llena de energía. Todos los días, después de la escuela, le encantaba explorar el bosque mágico que quedaba cerca de su casa. Un día, mientras jugaba entre los árboles, encontró a un pequeño zorrito herido. El zorrito tenía una patita lastimada y no podía caminar. Emilia sintió mucha compasión por él y decidió ayudarlo. Lo tomó en brazos y corrió de regreso a su casa.

Mamá, mamá, encontré a este zorrito en el bosque y está herido. ¿Podemos cuidarlo? - dijo Emilia con ojos brillantes.

Su mamá, sorprendida por la situación, le explicó que debían llevar al zorrito al veterinario para que lo revisara. Pasaron por el veterinario y, tras una revisión, confirmaron que el zorrito se recuperaría pronto con cuidados especiales. Emilia no se separó del zorrito ni un solo segundo. Lo alimentó, jugó con él y le dio mucho cariño.

Pasaron los días y el zorrito sanó por completo, gracias al amor y cuidado de Emilia. Sin embargo, Emilia notó que el zorrito estaba triste. ¿Qué le pasa, por qué no sonríe? - se preguntaba. Entonces, decidió hablar con él: ¿Por qué estás triste?

El zorrito le contó que extrañaba mucho a su familia y que tenía miedo de no volver a verlos nunca más. Emilia lo abrazó con ternura y le prometió que lo ayudaría a encontrar a su familia. Así que, con un mapa y muchos abrazos, Emilia y el zorrito emprendieron un viaje en búsqueda de la familia del zorrito. Recorrieron valles, subieron montañas y se enfrentaron a distintos desafíos, pero juntos, siempre juntos.

Finalmente, luego de un largo viaje, encontraron la madriguera donde vivía la familia del zorrito. Emilia se alegró mucho al ver cómo el zorrito reencontraba a su familia, y ellos, agradecidos, le dieron las gracias a Emilia por cuidar a su hijito. Emilia se despidió del zorrito con un nudo en la garganta, pero sabía que lo mejor para él era estar con su familia.

De regreso a casa, Emilia se sentía un poco triste por haberse separado del zorrito, pero también feliz por haber ayudado a que volviera con su familia. Entonces, comprendió que la empatía era una cualidad maravillosa que le permitía conectarse con los demás, entender cómo se sienten y ayudarlos en momentos difíciles. Aprendió que cada acto de empatía hace del mundo un lugar un poquito mejor. Desde aquel día, Emilia se convirtió en la amiga más comprensiva y solidaria de todo el bosque mágico.

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