Un Cumpleaños Inolvidable



Era el día del cumpleaños de Sofía, y la pequeña estaba muy emocionada. Tenía planeada una fiesta enorme con todos sus amigos en el parque. Había decoraciones, juegos, una piñata, y por supuesto, una gran torta de chocolate. Mientras se preparaba, la mamá de Sofía le dijo:

- Sofía, ¿estás lista para la fiesta? Recuerda que la puntualidad es importante.

- Sí, mamá. No puedo esperar para que lleguen todos. ¡La piñata será genial! - respondía Sofía mientras hacía girar en su cabeza todas las sorpresas que estaban por venir.

A medida que pasaban las horas, sus amigos empezaron a llegar. Primero llegó Tomás, que trajo una pelota de fútbol:

- ¡Hola, Sofía! ¿Podemos jugar un rato antes de que empiece la fiesta?

- ¡Claro! - exclamó Sofía - Pero primero, ¡tenemos que romper la piñata!

Empezaron a jugar, pero a medida que llegaban más amigos, algunos comenzaron a distraerse con otros juegos y a ignorar la piñata. Sofía se sentía un poco triste porque quería que todos disfrutaran juntos.

Cuando llegó Ana, la mejor amiga de Sofía, notó que algo no estaba bien.

- Sofía, ¿por qué estás tan callada? - preguntó Ana.

- Quiero romper la piñata, pero parece que todos prefieren jugar a otra cosa. - Sofía suspiró.

- Tal vez deberíamos hacer un juego que incluya la piñata, así todos participan. - sugirió Ana.

Sofía se iluminó con la idea y comenzó a pensar en un nuevo juego. Juntas, fueron a donde estaban los demás amigos y les dijeron:

- ¡Chicos, tenemos una nueva idea! Vamos a hacer una competencia: el equipo que rompa la piñata primero, ganará un premio especial.

- ¡Sí! ¡Me encanta! - respondió Tomás, entusiasmado.

Pronto, todos se dividieron en dos equipos. Sofía y Ana, con su grupo, formaron un equipo lleno de energía. Nadie quería quedar fuera, y todos se unieron a la diversión. El juego comenzó y todos estaban muy emocionados. Con cada golpe, la piñata parecía temblar más y más, hasta que finalmente...

- ¡Pum! - La piñata estalló, llenando el área de dulces y sorpresas.

Los amigos se lanzaron hacia los caramelos, riendo y compartiendo.

- ¡Esto es increíble! - gritó Ana. - ¡Miren la cantidad de cosas ricas!

Sofía sonreía al ver que todos estaban disfrutando juntos. Pero pronto notó que Martín, un amigo que no había jugado mucho, estaba en una esquina, un poco apartado.

- Ana, voy a invitar a Martín a unirse. - dijo Sofía. - No quiero que nadie se sienta excluido.

Sofía se acercó a Martín.

- ¡Hey, Martín! ¿Quieres unirte a nosotros? Hay muchos caramelos y juegos divertidos. - le sonrió.

- Me gustaría, pero no sé si podré seguir el ritmo. - dijo Martín un poco tímido.

- No te preocupes, aquí todos jugamos juntos y nos ayudamos. ¡Es mi cumpleaños y quiero que todos estén felices! - resaltó Sofía.

Martín se animó y se unió al grupo. Todos comenzaron a compartir sus dulces y mostrarse unos a otros cómo jugar. Uno de los otros juegos era una carrera de sacos. Sofía propuso que les tocaría formar equipos de dos, para que todos pudieran jugar junto.

- ¡Eso suena genial! - dijo Martín reviviendo su entusiasmo.

El tiempo pasó volando entre risas y juegos. Al final de la tarde, cuando la torta llegó, Sofía invitó a todos a compartir un trozo, y justo antes de soplar las velitas, miró a sus amigos y dijo:

- Gracias a todos por hacer de mi cumpleaños un día tan especial. Estoy feliz de tener amigos tan maravillosos.

Todos aplaudieron y cantaron juntos "Feliz Cumpleaños". Sofía sopló las velitas mientras un deseo brillaba en su corazón: quería siempre ser amiga de todos, incluidos aquellos que a veces se sentían más solos.

Esa tarde, Sofía aprendió que lo más importante no era solo festejar, sino compartir la alegría y hacer que todos se sintieran incluidos y felices. Sus amigos también aprendieron sobre la importancia de cuidar de los demás y juntos vivieron un cumpleaños inolvidable, lleno de amistad y amor.

Y así, Sofía no solo celebró un cumpleaños más, sino que también construyó recuerdos que atesoraría para siempre.

FIN.

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