Un día bajo la lluvia



Había una vez una hermosa tarde de verano en la que Julieta y Diego planeaban pasar el día con sus hijos, Martina y Tomás.

El sol brillaba fuerte en el cielo y todos estaban emocionados de disfrutar del día juntos. "¡Vamos chicos! ¿Qué les parece si jugamos un partido de fútbol?" -propuso Diego. "¡Sí, sí!" -gritaron los niños entusiasmados.

Así que comenzaron a jugar mientras Julieta los observaba sentada en una silla bajo la sombra de un árbol. De repente, unas nubes grises aparecieron en el horizonte y empezó a llover. "¡Oh no! ¡La lluvia arruinó nuestro juego!" -dijo Martina desanimada.

Pero Julieta sonrió y dijo: "No hay problema, podemos divertirnos aún más con la lluvia". Entonces, sacó unos paraguas coloridos y les enseñó a sus hijos cómo saltar charcos de agua mientras se reían a carcajadas. Diego se unió a ellos también e incluso bailaron bajo la lluvia como si nadie estuviera viéndolos.

"¡Esto es tan divertido! ¡Me encanta estar mojado!" -exclamó Tomás emocionado. De repente, la lluvia cesó y el sol volvió a salir entre las nubes. Todos estaban empapados pero felices por haberse divirtiendo tanto juntos.

Decidieron ir al parque para seguir disfrutando del día al aire libre. En el parque había muchos juegos: columpios, toboganes, hamacas... Y los niños corrían de un lado a otro jugando con entusiasmo.

Pero entonces, Martina se tropezó y se raspó una rodilla. "¡Ay! Me duele mucho" -dijo llorando. Julieta la abrazó y le dijo: "No te preocupes, todo va a estar bien. Vamos a curarte esa herida".

Y así lo hicieron, Julieta limpió la herida y colocó una curita en su rodilla. Luego les enseñó a sus hijos la importancia de cuidar las heridas para que no se infecten. Mientras tanto, Diego había estado observando un grupo de niños que estaban construyendo un castillo de arena.

Se acercó a ellos y les preguntó si podía ayudarlos. Los niños aceptaron encantados y juntos construyeron el castillo más grande que habían visto jamás.

Cuando llegó la hora de irse a casa, todos estaban cansados pero felices por haber pasado un día increíble juntos. En el camino de regreso, Julieta les preguntó:"¿Qué fue lo mejor del día?""Saltar charcos bajo la lluvia", dijo Tomás. "Construir el castillo gigante con los otros niños", respondió Martina.

"Para mí lo mejor fue verlos sonreír tanto durante todo el día", agregó Diego mientras abrazaba a su familia. Así termino este maravilloso día lleno de aventuras y aprendizajes para esta familia tan especial.

FIN.

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