Un Día como Niños



Había una vez dos amigos llamados Brayan y Yesica, quienes llevaban vidas agitadas como adultos, llenas de responsabilidades y rutinas. Un día, mientras se dirigían al trabajo, se encontraron con un reloj mágico en una tienda de antigüedades.

Sin dudarlo, lo compraron y, al darle cuerda, fueron transportados a su infancia. De repente, se encontraron en un parque lleno de risas y colores. Brayan y Yesica se miraron sorprendidos y luego comenzaron a reír. Recordaron lo que era ser niños.

Corrieron por el parque, columpiándose y jugando como si no hubiera un mañana. Sintieron la libertad y la alegría que habían olvidado. Pasaron el día saltando charcos, construyendo castillos de arena y compartiendo helados.

A medida que avanzaba el día, se dieron cuenta de lo valioso que era disfrutar del presente y mantener viva la chispa de la infancia en sus corazones. Al atardecer, regresaron a la tienda de antigüedades, agradecidos por la inesperada lección que habían aprendido.

Ahora, cada vez que se sentían abrumados por la vida adulta, recordaban su día como niños.

Esa experiencia les enseñó a no perder de vista la magia de la simplicidad y la importancia de mantener vivos sus sueños e ilusiones de la infancia.

FIN.

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