Un Día con Sol



Era un día soleado en el pueblito de Arcoiris, donde vivía una niña llamada Sofía. Tenía ocho años, una gran imaginación y una curiosidad insaciable. Un día, mientras exploraba un pequeño bosque cerca de su casa, se encontró con un personaje extraño.

Era un hombre de aspecto amable, con una sonrisa brillante y ojos llenos de chispa. Sofía, emocionada, se acercó y le preguntó:

"¿Quién sos?"

"Soy Sol, el amigo de todos los niños. Hoy me gustaría mostrarte la belleza del mundo a través de un día lleno de aventuras. ¿Te gustaría venir conmigo?"

Sofía pegó un grito de alegría:

"¡Sí! ¡Llevame, por favor!"

Y al instante, se encontraron en un lugar que parecía sacado de un cuento de hadas. Los árboles estaban llenos de colores brillantes, las flores cantaban suavemente, y hasta los animales se acercaban curiosos.

"¿Por dónde comenzamos, Sol?" preguntó Sofía, maravillada.

"Vamos a explorar el Bosque de los Sueños, donde todo lo que imagines puede hacerse realidad. Pero, ten cuidado, porque también aprenderemos lecciones muy importantes a lo largo del camino."

Mientras caminaban, llegaron a un claro donde un grupo de niños jugaba con una cometa enorme.

"¿Ves a esos niños?" dijo Sol. "¿Por qué no te unes a ellos?"

Sofía dudó un poco, porque nunca había volado una cometa. Pero animada por Sol, se acercó:

"¡Hola! ¿Puedo jugar con ustedes?"

Los niños sonrieron y dijeron:

"¡Claro! Vení, te enseñamos!"

Después de unos intentos fallidos, Sofía finalmente logró hacer volar la cometa. Todos la aplaudieron y ella se sintió feliz.

"La felicidad se comparte, Sofía. Recuerda siempre esto: si un camino parece difícil, no tengas miedo de pedir ayuda a los demás," le dijo Sol mientras juntos observaban la cometa danzar en el cielo.

Continuaron su recorrido y llegaron a un río brillante. Sofía vio a un pequeño pez atrapado en unas ramas.

"¡Mirá a ese pez!" exclamó. "¡Pobrecito! Debemos ayudarlo!"

"Hacer lo correcto es valiente, Sofía. ¿Cómo podrías ayudarlo?"

Sofía pensó un momento y luego dijo:

"Podemos mover las ramas cuidadosamente. Espero que no se asuste."

Así lo hicieron, y el pez logró nadar libremente. El pequeño pez saltó en señal de agradecimiento.

"¡Lo hicimos!" gritó Sofía emocionada.

"A veces, hacer lo correcto puede requerir un poco de esfuerzo, pero vale la pena. Tú eres capaz de grandes cosas," le dijo Sol.

Continuaron su día de aventuras. Subieron montañas, conocieron un pato parlante y antes de darse cuenta, la tarde comenzó a caer. Sofía se sintió un poco triste por pensar que su día con Sol estaba llegando a su fin.

"¿Podemos quedarnos un poco más?" preguntó con sus ojos brillando.

"Cada aventura tiene su momento. Pero, aunque volvamos a casa, lo que aprendiste hoy siempre estará contigo. La imaginación y la bondad te acompañarán para siempre," respondió Sol.

Sofía, aunque un poco nostálgica, se sintió llena de recuerdos felices. Al cerrar los ojos, volvió a su bosque familiar, donde todo parecía más brillante que antes.

"Nunca diré que no a una nueva aventura," dijo Sofía con una gran sonrisa.

Y, mientras se despedía de Sol, supo que esa mágica experiencia la acompañaría para siempre.

"Gracias, Sol. ¡Prometo ser valiente y ayudar a los demás!"

"Eso es todo lo que espero de vos, pequeña," respondió Sol.

Con el corazón lleno de alegría, Sofía regresó a su hogar, lista para compartir todas las maravillas que había vivido y las lecciones que había aprendido. Desde ese día, cada vez que miraba al cielo azul sentía que Sol siempre estaría allí, iluminando su camino.

Y así terminó un día con Sol, pero el inicio de muchas más aventuras por venir.

FIN.

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