Un día de solidaridad en el parque


Había una vez en un hermoso barrio de Buenos Aires, una familia muy unida compuesta por Mami, Papi, su pequeña hermana y su fiel perro Apolo. Les encantaba pasar tiempo juntos y disfrutar de las actividades al aire libre.

Una tarde soleada, decidieron ir al parque a pasar el día. Mami preparó una deliciosa merienda con empanadas y jugo de naranja, mientras Papi cargaba la mochila con juguetes y la pelota para jugar.

Al llegar al parque, Apolo corrió emocionado hacia el área verde, seguido por la hermana que reía a carcajadas. Mami y Papi los observaban con alegría mientras buscaban un lugar para sentarse.

- ¡Qué lindo día! -exclamó Mami mientras extendía la manta en el suelo. - Sí, es perfecto para disfrutar en familia -respondió Papi sonriente. Mientras tanto, Apolo correteaba felizmente persiguiendo mariposas y explorando cada rincón del parque.

De repente, vieron a lo lejos un grupo de niños jugando al fútbol y la hermana no dudó en acercarse para unirse a ellos. - ¡Hermanita se divierte mucho! -comentó Apolo moviendo la cola. - Sí, es genial verla tan feliz -asintió Mami orgullosa.

Papi propuso armar un juego de vóley todos juntos y rápidamente se pusieron de acuerdo. La competencia fue reñida pero muy divertida, con risas y abrazos al finalizar cada punto. De repente, escucharon unos maullidos provenientes de un árbol cercano.

Era un gatito atascado en una rama alta y sin poder bajar. La hermana lo vio primero y corrió hacia él preocupada. - ¡Miren chicos! ¡El gatito está atrapado! Debemos ayudarlo -exclamó la hermana señalando al minino asustado.

Apolo también se acercó curioso mientras Mami intentaba calmar al gato desde abajo. Papi buscó ayuda entre los vecinos del parque hasta que uno trajo una escalera para rescatar al pobre animalito. Finalmente lograron sacar al gatito sano y salvo del árbol.

La hermana lo abrazó con ternura agradeciendo a todos por colaborar en el rescate. El dueño del gato apareció poco después visiblemente emocionado por encontrar a su mascota sana.

La familia regresó a casa con el corazón lleno de alegría por haber vivido una aventura inesperada pero gratificante en el parque ese día. Se dieron cuenta que trabajar juntos como equipo no solo fortalecía su vínculo familiar sino que también les permitía ayudar a otros seres vivos necesitados.

Desde ese día en adelante, cada vez que visitaban el parque recordaban aquella experiencia especial como ejemplo de solidaridad y compañerismo entre todos sus miembros: Mami papi hermana Apolo...

¡y ahora también incluían al amiguito felino rescatado aquel inolvidable día! Y así seguían creciendo juntos aprendiendo importantes lecciones de vida gracias a las simples pero significativas experiencias compartidas como familia en aquel querido parque donde todo comenzó.

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