Un Día en el Arcoíris



Había una vez un centro recreativo llamado 'El Arcoíris', donde los niños podían jugar, aprender y explorar de manera divertida y segura. Cada rincón de este hermoso lugar estaba lleno de colores brillantes y actividades que fomentaban el desarrollo sensorial, motriz, social y emocional.

Un día soleado, llegó Mati, un niño muy curioso que estaba un poco nervioso porque era su primera vez en El Arcoíris. Al entrar, se acercó a un grupo de niños que estaban armando un rompecabezas gigante.

"Hola, soy Mati. ¿Puedo jugar con ustedes?"

"¡Claro! Soy Lía, y este es Leo. Estamos armando un rompecabezas de un dragón. ¿Te gustan los dragones?"

Mati asintió emocionado. Mientras armaban el rompecabezas, Lía le contó sobre la gran historia del dragón que vivía en un castillo. El tiempo pasaba volando, y de repente, Leo exclamó:

"¡Comencemos una aventura! El dragón necesita nuestra ayuda. ¿Quién se anima?"

"Yo, yo, yo!" gritó Mati, sintiéndose más seguro.

Los tres niños decidieron que tenían que encontrar el tesoro perdido del dragón. Para ello, se dividieron las tareas: Lía sería la exploradora, Leo el guardabosques, y Mati el valiente caballero.

A medida que se adentraban en la sala de aventuras sensoriales, se encontraron con un camino lleno de obstáculos.

"Yo tengo que ayudarles a cruzar esto", dijo Mati, empujando suavemente una pelota grande. Los otros niños lo miraron sorprendidos.

"¡Genial, Mati!" dijo Lía. "Eso nos ayudará a pasar las piedras, pero ahora hay que saltar sobre los sapitos de colores. ¿Puedes ayudarme?"

Mati se sintió importante y comenzó a saltar junto a los sapitos, ayudando a Lía a superarlos. Después de un rato, llegaron a un lugar mágico lleno de luces brillantes.

"¡Estamos cerca del tesoro!" dijo Leo emocionado.

De repente, oyeron un zumbido extraño.

"¿Qué fue eso?" preguntó Mati con un poco de miedo.

"¡Es solo una mariposa con luces!" le dijo Lía con una sonrisa.

Mati respiró profundo y decidió seguirla. Corrieron detrás de la mariposa, que los llevó a una habitación llena de colores y texturas. Allí, encontraron el tesoro del dragón: una caja llena de objetos sensoriales, como pelotas de colores, telas suaves y un tambor mágico.

"¡Lo encontramos!" gritaron al unísono.

Mati estaba tan feliz que empezó a bailar y a tocar el tambor.

"Vamos a celebrar con una fiesta de colores", propuso Lía. Y todos hicieron una danza alegre, llenando el lugar de risas y diversión.

Al final del día, Mati se despidió de Lía y Leo.

"Gracias por ser mis amigos. ¡Fue un día increíble!"

"¡Hasta la próxima, Mati!" respondieron.

Mati regresó a casa con una sonrisa enorme y el corazón lleno de alegría, sabiendo que en El Arcoíris siempre habría un lugar para él y para nuevas aventuras. Y así, día tras día llenaron de luz y amistad el lugar donde todos podían brillar juntos.

FIN.

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