Un Día en el Jardín de Lili, Anita y Ángel



Era un hermoso día soleado en el jardín de Lili. Las flores brillaban con colores vibrantes, y el aroma dulce de las plantas llenaba el aire. Lili, Anita y Ángel estaban emocionados porque haber decidido regar las plantas juntos ese día.

"¡Miren qué hermosas están las flores!" - exclamó Lili, mientras llenaba su regadera con agua.

"Sí, pero también necesitamos cuidar de las plantas más pequeñas. Ellas necesitan nuestra ayuda para crecer fuertes y sanas" - dijo Anita, agachándose para examinar unas plantitas que aún no habían florecido.

"Voy a darles un poco más de agua a esas, así crecen rápido como ustedes dos" - se rió Ángel, bromeando con las chicas.

Las tres amigas empezaron a regar las plantas y a conversar sobre cómo sus plantas favoritas eran distintas y especiales.

"A mí me encantan los girasoles, porque siempre siguen al sol" - dijo Lili, mientras movía la boquilla de su regadera para darle de beber a unas macetas.

"Y a mí me gustan mucho los tulipanes. Esos colores son tan brillantes y alegres" - agregó Anita, lucreando por un costado.

"A mí, los cactuses. Son fuertes y resistentes, igual que nosotros. Pero a los cactus hay que regarlos con cuidado, no mucho, porque se pueden ahogar" - dijo Ángel, sonriendo para sí mismo.

Las tres amigas continuaron regando las plantas hasta que, de repente, notaron algo raro en el suelo.

"¿Qué será eso?" - preguntó Lili, señalando una sombra que se movía entre las hojas de una planta grande.

"Parece un pequeño bicho. Vamos a ver de cerca" - sugirió Anita.

"¡Cuidado, no lo asustes!" - dijo Ángel, moviendo su mano en un gesto para que las chicas se acercaran lentamente.

Las tres se acercaron despacito y descubrieron que era una pequeña mariquita, con su caparazón rojo y pintitas negras, que estaba intentando escalar una hoja alta.

"¡Miren, una mariquita!" - exclamó Lili.

"¡Es tan linda! Las mariquitas son muy buenas para el jardín. Ayudan a controlar los insectos" - comentó Anita, recordando lo que había leído en un libro.

"Podemos hacerle un pequeño espacio en nuestras plantas. No quiero que se caiga" - sugirió Ángel, dispuesto a proteger a la pequeña amiga.

Las chicas hicieron un pequeño refugio con algunas hojas y una ramita para que la mariquita pudiera estar a salvo mientras ellas seguían trabajando.

"Creo que deberíamos llamarla. ¿Qué te parece Rosa?" - propuso Lili, mirando la forma en la que la mariquita trepaba con dificultad.

"¡Rosa! Me encanta ese nombre" - dijo Anita emocionada.

"Es perfecto. ¡Así podremos recordarla siempre que estemos en el jardín!" - agregó Ángel decidido.

Antes de continuar, las chicas decidieron que tenían que hacer una pausa para contemplar su obra. Sentadas, miraron a Rosa mientras pasaba de una hoja a otra.

"¿Saben? , hoy me di cuenta de que cada planta necesita algo diferente, así como cada uno de nosotros necesita distintos tipos de amigos" - comentó Lili.

"Tenés razón, por ejemplo, yo podría ser como un rosal, un poco espinosa pero muy dulce cuando florezco" - dijo Anita, riendo.

"Y yo podría ser como el sauce llorón, siempre con ganas de escuchar y ayudar a otros" - añadió Ángel.

Las tres amigas rieron y se dieron cuenta de que su amistad, como un jardín, también necesita amor y cuidado.

Al final del día, habían regado el jardín entero, creado un hogar seguro para Rosa y descubierto una nueva forma de ver su amistad.

"Bueno, ahora solo nos falta prometernos que cada semana cuidaremos y conoceremos más sobre nuestras plantas y amigos. ¿Es un trato?" - dijo Lili levantando su dedo meñique.

"¡Sí!" - gritaron las chicas al unísono, entre risas.

"¡Trato hecho!" - finalizó Ángel, sonriendo mientras estrechaban su acuerdo.

Y así, mientras el sol se ponía en el horizonte, los colores del jardín brillaban aún más, reflejando el hermoso día que habían tenido. La amistad de Lili, Anita y Ángel floreció tanto como sus plantas, y juntas, siempre aprendían y crecían en su jardín mágico.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!