Un día en el parque con nuestro nuevo amigo



Era un día soleado de primavera y las maestras Camila, Luciana y Barbi estaban muy emocionadas porque habían planeado una excursión muy especial para sus alumnos.

Los niños se reunieron en el colegio con sus mochilas cargadas de entusiasmo y curiosidad por saber a dónde irían. "¡Buenos días chicos! ¿Están listos para la aventura?" - preguntó Camila con una sonrisa en su rostro. "¡Síii!" - respondieron los niños al unísono.

Las tres maestras subieron a los niños al autobús escolar y comenzaron el viaje hacia un destino desconocido. Después de unos minutos de camino, las maestras anunciaron que iban a visitar un parque temático muy famoso donde podrían disfrutar de muchas atracciones divertidas.

"¡Wow! ¡Qué genial!" - exclamaron los niños emocionados. Cuando llegaron al parque, las maestras les entregaron pulseras especiales que permitirían a cada uno acceder a todas las atracciones sin tener que hacer largas filas.

Los niños estaban encantados y no podían esperar para empezar la diversión. Primero fueron a montarse en una montaña rusa gigante que hacía muchos giros y vueltas. Los gritos de emoción se escuchaban desde lejos mientras los carritos avanzaban por la pista.

Luego, fueron a jugar en una piscina enorme llena de pelotas multicolores donde rebotaban sin parar. Después, las maestras llevaron a los niños al teatro del parque donde había un espectáculo acrobático de circo.

Los niños se quedaron boquiabiertos al ver a los artistas saltar por el aire y hacer piruetas increíbles. "¡Eso fue impresionante!" - dijo Luciana. "Sí, pero todavía queda lo mejor" - respondió Barbi con una sonrisa misteriosa.

Las maestras llevaron a los niños a la atracción más esperada del parque: un simulador espacial que les permitiría viajar por las galaxias y conocer planetas desconocidos. Los niños se subieron al simulador emocionados y enseguida empezó la aventura.

El simulador comenzó a moverse y los niños sintieron como si estuvieran flotando en el espacio. Vieron estrellas brillantes, cometas voladores y planetas gigantes llenos de vida.

De repente, el simulador hizo un giro brusco y se detuvo en un planeta extraño donde había una criatura muy peculiar. "Hola amiguitos, soy Zarko el alienígena" - dijo la criatura con una voz simpática. Los niños quedaron asombrados al verla y empezaron a hacerle muchas preguntas sobre su planeta y su forma de vida.

Zarko les explicó que él venía de un lugar muy lejano donde todos eran amigos entre sí sin importar sus diferencias de aspecto o cultura.

"¿Y cómo podemos ser amigos nosotros también?" - preguntó uno de los niños curioso. Zarko les enseñó una canción muy divertida que hablaba sobre compartir, respetar y ayudar a los demás sin importar quiénes fueran.

Los niños aprendieron la canción y la cantaron juntos con Zarko mientras el simulador volvía a moverse por las galaxias. Finalmente, llegó el momento de regresar al colegio después de una excursión muy loca y emocionante.

Los niños se despidieron de Zarko con tristeza pero también con la alegría de haber aprendido una lección muy valiosa sobre la amistad y la diversidad. "¡Gracias maestras por este día tan maravilloso!" - dijeron los niños al bajar del autobús.

"De nada chicos, siempre es un placer compartir momentos como estos con ustedes" - respondió Camila sonriente. Las tres maestras se abrazaron felices y satisfechas por haber logrado hacer feliz a sus alumnos y enseñarles algo importante al mismo tiempo. Fue una excursión inolvidable que todos recordarían para siempre.

FIN.

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