Un día en la Escuela Infantil de las Vaquitas




Carla era la profesora de la clase de las vaquitas, un grupo adorable de 15 niños de un año. Todas las mañanas, al empezar el día, los pequeños se reunían en un círculo y, con entusiasmo, cantaban el 'bon dia' con gestos y sonrisas. Era un momento mágico que llenaba de energía positiva el aula.

Después del saludo de buenos días, los niños salían al patio a jugar. Había toboganes, columpios y un arenero en el que los pequeños construían castillos y excavaban tesoros imaginarios. Carla los observaba atentamente, asegurándose de que todos se divirtieran de manera segura.

Al regresar al aula, era hora de ponerse creativos. Cada niño tomaba un pincel y, con sus manitas, exploraban los colores sobre grandes hojas de papel. Las paredes se llenaban de obras maestras que reflejaban la alegría y la libertad de los más pequeños.

Después de pintar, todos se sentaban en un círculo alrededor de Carla para escuchar un cuento. La profesora les contaba historias de animales, princesas y aventuras, capturando la imaginación de los pequeños. El silencio reinaba mientras los ojos curiosos de los niños se inundaban de asombro con cada palabra.

Llegó la hora del almuerzo y los pequeños se sentaron alrededor de mesitas para compartir. Carla les enseñaba hábitos saludables, y juntos disfrutaban de una comida balanceada. La comida se convertía en un espacio de aprendizaje, en el que los pequeños exploraban nuevos sabores y texturas.

Después del almuerzo, Carla puso en el suelo un mapa con animales de diferentes partes del mundo. Con entusiasmo les enseñó a los niños los sonidos que hacen los animales, moviendo sus manitas para imitar a cada uno. Los pequeños reían y participaban, aprendiendo jugando.

El día culminaba con la sesión de música. Carla sacaba su guitarra y juntos entonaban canciones, moviendo sus cuerpecitos al ritmo de la melodía. Los niños descubrían el poder de la música para expresar emociones y se despedían con alegría, listos para regresar al día siguiente.

De esta manera, Carla y los pequeños de las vaquitas vivían cada día llenos de aprendizaje, amor y diversión, construyendo juntos momentos que atesorarían para siempre.

FIN.

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