Un Día en la Nación que Soñamos
Era un hermoso día en la Nación de Sueñolandia, donde los habitantes, grandes y chicos, se despertaban con el sol brillando y el canto de los pájaros. En esta mágica nación, todos conocían sus derechos y, sobre todo, cumplían con sus responsabilidades.
Mami Lú, el loro colorido, se asomó por la ventana de su árbol y miró a su vecindario. Vio a su amigo, el pequeño oso Té, que estaba recogiendo basura del parque.
"¡Hola, Té! ¿Por qué recogés basura hoy?" -preguntó Mami Lú, volando hacia él.
"Hola, Mami Lú. Estoy recogiendo basura porque quiero que nuestro parque sea un lugar hermoso para jugar. Es mi responsabilidad." -respondió el oso, mientras colocaba la basura en una bolsa.
Mami Lú sonrió y decidió ayudarlo. Juntos, recogieron papeles, envoltorios y tantos otros desechos. Pronto, se unió a ellos la tortuga Tina.
"¿Qué hacen tan temprano?" -preguntó Tina, con su paso lento pero seguro.
"Estamos cuidando nuestro parque. ¿Querés ayudarnos?" -dijo Mami Lú emocionada.
"¡Claro! Es importante cuidar del lugar donde jugamos." -contestó Tina, asumiendo su responsabilidad como habitante de Sueñolandia.
Pero mientras recogían la basura, notaron algo extraño. Al borde del lago había una misteriosa botella flotando. Mami Lú, curiosa, voló hacia ella.
"¿Qué será eso?" -preguntó.
Té se acercó con cuidado y miró más de cerca.
"Parece una botella con un mensaje dentro. ¡Vamos a abrirla!" -dijo el oso emocionado.
Tina, un poco dudosa, dijo:
"Pero, ¿y si hay algo peligroso?"
Mami Lú, siempre aventurera, respondió,
"Si estamos juntos, ¡nada puede salir mal! Además, seamos responsables y cuidados."
Entonces, juntos, sacaron la botella del agua y la abrieron. Un papel enrollado salió de su interior. Con cuidado, Mami Lú lo desenrolló.
"¡Es un mapa!" -exclamó.
"¿A dónde llevará este mapa?" -preguntó Té, con curiosidad.
"No lo sé, pero puede ser una aventura. Y como buenos ciudadanos, es nuestro deber investigar y descubrirlo." -dijo Mami Lú, entusiasmada.
Los tres amigos decidieron seguir el mapa, que mostraba un camino a través del bosque y terminaba en un lugar marcado con una gran X roja.
"¡Vamos!" -gritó Té, y partieron juntos por el sendero.
Mientras caminaban, ayudaban a los animales que encontraba en su camino. Si un pájaro estaba atrapado en una rama, Mami Lú lo liberaba. Si un ciervo necesitaba agua, los amigos lo guiaban hacia el lago.
Finalmente, llegaron a la X roja y encontraron un viejo cofre cubierto de polvo.
"¿Qué habrá dentro?" -se preguntó Tina.
"Solo hay una forma de averiguarlo, ¡abramoslo juntos!" -dijo Té, con entusiasmo.
Con cuidado, levantaron la tapa y lo que encontraron les sorprendió: ¡llaves doradas y un mensaje!"¿Qué dice?" -preguntó Mami Lú, intrigada.
Tina leyó en voz alta:
"Estas llaves son un símbolo de las oportunidades que tenemos en esta Nación. Cada uno puede abrir las puertas de la felicidad, el trabajo y la comunidad, siempre que cumplan con sus responsabilidades. ¡Y si ayudan a los demás, podrán encontrar el verdadero tesoro!"
Los amigos se miraron, entendiendo que su misión no solo era cuidar su entorno, sino también fomentar un espíritu de comunidad donde cada acción cuenta.
"¡Vayamos a contarle a los demás!" -dijo Mami Lú.
De regreso al pueblo, compartieron su descubrimiento y cómo la verdadera riqueza estaba en trabajar juntos para cuidar su hogar y ayudar a los demás. Pronto, todos en Sueñolandia se unieron: los elefantes traían agua, los ciervos organizaban juegos y los pájaros llenaban de música el aire.
Ese día, Sueñolandia no solo era un lugar hermoso, sino también un ejemplo de cómo la colaboración y la responsabilidad hacen la diferencia.
Los habitantes aprendieron que cada pequeño acto cuenta y que juntos podían construir un lugar aún más especial.
Y así, en esa Nación soñada, todos ejercían sus derechos y cumplían con sus responsabilidades, viviendo en armonía y amistad.
FIN.