Un Día en la Playa



Era un hermoso día de verano y Lucas, una niña de siete años, estaba muy emocionada porque iba a pasar el día en la playa con su hermano mayor, Mateo, y su mamá. "¡Vamos, rápido!" - gritó Lucas mientras saltaba de un lado a otro. Mateo sonrió y le dijo: "¡Tranquila, Luki! Ya pronto estaremos ahí."

Cuando llegaron, el calor del sol abrazó sus rostros y el sonido de las olas los llenó de alegría. La mamá extendió una gran toalla en la arena y se sentó con una sonrisa, mientras los dos hermanos corrían hacia el agua.

"¡El agua está fría!" - gritó Lucas riendo, mientras salpicaba a Mateo. "No es tan fría, vení y date un chapuzón" - le respondió Mateo.

Mientras jugaban, Lucas notó algo en la orilla. Era un pequeño cangrejo que intentaba volver al agua. "¡Mateo! ¡Mirá eso!" - exclamó. Mateo se acercó y observó al cangrejo, que se movía con dificultad.

"Pobrecito... está perdido" - dijo Mateo. "Quizás debería ayudarlo a volver al mar".

Lucas miró a su hermano con preocupación. "Pero, ¿y si se asusta?" - preguntó. Mateo respondió: "No te preocupes. Mostrándole el camino, quizás lo ayudamos."

Con cuidado, ambos comenzaron a guiar al pequeño cangrejo hacia el agua. Una vez que llegó, el cangrejo se dio la vuelta y los miró como si estuviera agradecido. Lucas sonrió de felicidad. "¡Hicimos una buena acción!" - dijo emocionada.

Siguieron jugando en la playa, construyendo castillos de arena y recolectando conchitas. Pero, de repente, una nube oscura cubrió el sol y empezó a llover. "Oh no, ¿qué hacemos ahora?" - se preocupó Lucas. Mateo miró a su alrededor y tuvo una idea: "¡Vamos a buscar un refugio!".

Los tres corrieron hacia un quiosco cercano, donde otros niños también se habían refugiado. Todos comenzaron a jugar juntos y a contar historias. Lucas se dio cuenta de que, a pesar de la lluvia, podía divertirse en compañía, y se le ocurrió otra idea.

"¿Por qué no hacemos un concurso de cuentos?" - propuso Lucas. Todos se entusiasmaron y comenzaron a contar historias inventadas. El ambiente se llenó de risas y creatividad. Mateo hizo reír a todos con una historia de un pez que quería volar.

Después de un rato, la lluvia cesó y salió nuevamente el sol. Lucas y Mateo salieron corriendo del quiosco. "¡Mirá, el arcoíris!" - gritó Lucas. El cielo resplandecía con colores brillantes. Deslumbrados, los hermanos corrieron hacia el mar para disfrutar de sus últimas horas en la playa.

Mientras se despedían de la playa, Lucas miró a su hermano y le dijo: "Hoy aprendí que siempre puedo encontrar diversión, incluso cuando las cosas no salen como esperaba". Mateo sonrió, le dio la mano y le respondió: "Sí, y siempre hay una oportunidad para ayudar a otros en el camino".

Ambos miraron al horizonte, prometiendo volver pronto a disfrutar de más aventuras juntos en la playa.

FIN.

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