Un Día Especial en la Playa



Era un brillante día de verano en la playa de Mar Azul. El sol resplandecía en el cielo, y las olas cantaban su melodía mientras las gaviotas volaban alto, dibujando círculos en el aire.

Un grupo de amigos, Sofía, Tomás y Lucas, habían decidido pasar el día en la playa. Traían con ellos pelotas, cometas y un sinfín de juegos. Sofía, siempre llena de energía, estaba lista para comenzar la diversión.

"¡Vamos a jugar a la pelota!" - gritó Sofía, mientras lanzaba una pelota de fútbol al aire.

"Yo quiero ser el arquero!" - respondió Tomás, saltando emocionado.

"¡Yo seré el que meta el gol!" - dijo Lucas, corriendo hacia la pelota.

Los tres amigos comenzaron a jugar con fuerza, riendo y corriendo por la arena. Pero de repente, algo los distrajo. Un grupo de gaviotas aterrizó cerca, picoteando en la arena.

"Mirá, son gaviotas!" - señaló Lucas.

"¿Sabían que pueden hacer cosas sorprendentes?" - les contó Sofía, recordando lo que había aprendido en la escuela.

"¿Como qué?" - preguntó Tomás, intrigado.

"Pueden volar muy alto y hacer acrobacias en el aire. A veces, hasta roban comida a las personas. ¡Son muy inteligentes!" - explicó Sofía.

Tomás, que era un poco travieso, decidió intentar atraer a las gaviotas.

"Voy a tirar un poco de mi sandwich. A ver si acercan" - dijo.

"No, Tomás, no deberías alimentar a las gaviotas!" - lo reprendió Sofía. "Eso no es bueno para ellas. Aunque son aves muy adaptables, es mejor que busquen su comida natural. Además, si las alimentamos, pueden volverse demasiado dependientes de nosotros."

Lucas miró a Sofía con respeto.

"Tenés razón. Mejor sigamos jugando. Así no las molestamos!" - dijo Lucas.

El juego continuó, y todos se olvidaron de las gaviotas. Pero al cabo de unos momentos, la pelota se escapó, y rodó hacia la orilla. Al acercarse, notaron que las gaviotas la observaban con curiosidad.

"Vamos a recuperarla", dijo Sofía.

Tomás se acercó con cautela, pero antes de que pudiera tocar la pelota, una gaviota voló cerca de él, asustándolo un poco.

"¡Ah!" - exclamó Tomás.

"No le hagas daño, es solo una gaviota curiosa" - explicó Sofía mientras se agachaba para observarla más de cerca.

Pero, en un giro inesperado, la gaviota se acercó a ellos.

"¿Tienen comida para mí?" - parecía preguntar con sus ojos.

Lucas sonrió y dijo:

"¡Las gaviotas son mucho más valientes de lo que pensamos!"

**Luego de un rato jugando, los amigos decidieron descansar y comer algo. Mientras compartían algo de comida, las gaviotas se acercaban, pero Sofía les explicó:**

"Recuerden, no debemos alimentarlas. Es mejor disfrutarlas desde aquí. Observémonos y aprendamos de ellas. Son hermosas en su hábitat natural!" - sugirió con entusiasmo.

Al oír esto, Tomás sintió que tenía que hacer algo especial.

"Entonces, hagamos una cometa! Así podemos jugar y disfrutar del viento, al mismo tiempo que observamos a las gaviotas volar!"

Así, los tres amigos se pusieron manos a la obra. Empacaron la comida y luego realizaron una colorida cometa que en un instante voló alto en el cielo.

Las gaviotas fueron las primeras espectadoras del espectáculo.

"¡Mirá cómo vuela!" - gritó Lucas, saltando de alegría.

Mientras la cometa danzaba con el viento, Sofía comentó:

"Cada vez que vuela, nos recuerda que, aunque somos amigos y nos divertimos juntos, lo más importante es cuidarnos entre nosotros y el mundo que habitamos".

Con el hambre saciado, el juego en la playa continuó. Sofía, Tomás y Lucas aprendieron ese día que la diversión puede ir de la mano con el respeto hacia la naturaleza. Al final del día, mientras se despedían de la playa, cada uno se sintió un poco más sabio y apreció la belleza que los rodeaba.

Y así fue como un día común en la playa de Mar Azul se convirtió en una aventura inolvidable, llena de risas, aprendizajes y grandes amigos, pero sobre todo, un respeto perdurable por las gaviotas y su lugar en el mundo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!