Un Día Mágico con los Abuelos


Un día soleado, Lola y Matías se despertaron emocionados porque iban a pasar el día en la casa de los abuelos.

Corrieron al desayuno y luego se apresuraron a ponerse sus zapatos y salir corriendo hacia la casa de los abuelos. Al llegar, los abuelos les dieron un caluroso recibimiento.

La abuela preparó una deliciosa merienda con galletitas caseras y jugo de naranja, mientras que el abuelo sacó sus viejos juguetes del baúl para que Lola y Matías pudieran jugar. "¡Qué felices estamos de tenerlos aquí!", dijo la abuela con una sonrisa.

Lola y Matías jugaron durante horas, construyeron castillos con bloques, montaron en el columpio del jardín e incluso hicieron una obra de teatro improvisada para los abuelos. Estaban tan entretenidos que ni siquiera notaron cuando empezó a oscurecer. "¿Ya es hora de irnos?", preguntó Matías con tristeza en su voz. "Sí, pero no se preocupen, volverán pronto", respondió el abuelo consolándolos.

Mientras caminaban de regreso a casa, Lola tomó la mano de su hermano y le dijo:"Matías, ¿sabes qué? Aunque nos hayamos ido de la casa de los abuelos, siempre llevaremos su amor en nuestros corazones. "Matías sonrió y asintió.

Habían tenido un día maravilloso lleno de risas y juegos, pero lo más importante era el cariño que compartían como familia.

Desde ese día en adelante, Lola y Matías valoraron cada momento juntos, sabiendo que lo más importante no eran los juguetes o las actividades divertidas, sino el amor y la complicidad que tenían como hermanos. Y cada vez que visitaban a sus queridos abuelos, recordaban la importancia de vivir con alegría y gratitud en sus corazones.

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