Un día mágico en el parque



Era un cálido sábado por la mañana y Juan, un niño de siete años con una imaginación desbordante, se despertó con una gran idea. "¡Hoy voy a llevar a mi mamá al parque!"- pensó emocionado mientras se vestía.

Juan bajó al comedor, donde su madre estaba preparando el desayuno. "¡Mamá! ¿Puedo llevarte al parque hoy?"- preguntó con una gran sonrisa.

Su mamá lo miró con ternura. "¡Claro, Juan! Me encantaría, pero solo si recolectamos algunas hojas para el proyecto que estamos haciendo para la escuela."-

Juan asintió, sabiendo que la tarea sería divertida. Después del desayuno, empaquetaron un par de bocadillos, tomaron una mochila y se pusieron en marcha hacia el parque.

Al llegar, el parque estaba lleno de vida. Niños correteando, familias haciendo picnics, y un gran grupo de patos nadando en el lago. Juan estaba emocionado. "¡Mamá, mirá! Vamos a ver a los patos primero."-

Se acercaron al lago y Juan observó cómo los patos chapoteaban en el agua. Entonces, se dio cuenta de algo. "Mamá, ¿y si les damos un poco de pan?"-

"Buena idea, Juan, pero ¿qué pasa si no tenemos pan?"- respondió su mamá, con una sonrisa picarona.

Juan frunció el ceño mientras pensaba. "Podemos buscar algo más. ¡Hay tanto en la naturaleza!"-

Y así fue como Juan decidió hacer un pequeño reto. "¡Vamos a recolectar cosas para los patos!"- dijo con entusiasmo. Juntos, comenzaron a explorar el parque, recogiendo hojas y pequeñas ramitas.

Pero de repente, al girar una esquina, encontraron un camino cubierto de flores coloridas. "¡Mirá, mamá! Son hermosas. ¿Podemos recoger algunas?"-

"Las flores son muy lindas, pero están ahí para que todos las vean, Juan. No debemos perturbarlas. En cambio, ¿por qué no las observamos y las dibujamos?"-

Juan se quedó pensando un momento. "¡Eso es perfecto!"- afirmó, sacando su cuaderno de dibujos. Se sentaron en el césped bajo un gran árbol y comenzaron a dibujar las flores.

Mientras dibujaban, un grupo de mariposas revoloteó alrededor de ellos. "¡Mirá, mamá! ¡Son como un arcoíris volador!"- exclamó Juan, mientras se maravillaba.

Su madre sonrió y dijo: "Sí, Juan, son hermosas. ¿Sabías que las mariposas nos cuentan la historia de la transformación? Empiezan como orugas y luego se convierten en seres voladores. ¡Es un gran ejemplo de cómo podemos cambiar y crecer!"-

Juan asintió, pensando en su propio crecimiento. "Voy a ser un gran artista un día, como esas mariposas",- respondió con determinación.

Después de haber terminado sus dibujos, continuaron su exploración en el parque. En el camino, se encontraron con un grupo de niños jugando a la pelota. Juan, siempre curioso, se acercó. "¿Puedo jugar con ustedes?"-

"Claro, ven!"- gritaron los niños con entusiasmo. Juan miró a su mamá, que le sonrió animándolo a unirse.

Mientras Juan corría detrás de la pelota, su mamá lo observaba desde un banco. Estaba tan feliz de ver a su hijo divertirse que decidió no interrumpirlo. Pero luego notó algo extraño: una niña estaba sentada sola en un rincón del parque.

Intrigada, se acercó a ella. "Hola, ¿por qué estás sola?"- preguntó su mamá.

La niña respondió con una pequeña voz: "No tengo amigos aquí, soy nueva en la ciudad."-

La mamá de Juan pensó en cómo su hijo siempre hacía nuevos amigos fácilmente. "¿Te gustaría jugar con mi hijo? Al parecer, le gusta hacer nuevos amigos."-

La niña sonrió tímidamente y asintió. "Sí... me gustaría."-

Entonces, la mamá de Juan llamó a su hijo. "Juan, ven un segundo!"-

Juan, al darse cuenta de que su mamá la había presentado, corrió hacia ellas. "¡Hola! Soy Juan. ¿Te gustaría jugar a la pelota con nosotros?"-

La niña se sonrojó, pero dijo: "¡Sí! Me encantaría!"-

Juntos comenzaron a jugar, y en poco tiempo, los tres se convirtieron en grandes amigos. La niña, llamada Sofía, se unió a ellos en cada aventura, y los tres exploraron el parque juntos, riendo y disfrutando de su compañía.

Más tarde, cuando el sol comenzó a ponerse, Juan se sentó junto a su mamá. "Hoy fue el mejor día, mamá!"- dijo entusiasmado.

"Sí, Juan. No solo disfrutamos del parque, sino que también hicimos una nueva amiga. Recuerda que siempre hay espacio para la amistad en el corazón."-

Juan sonrió, pensando en lo importante que es abrirse a los demás. Así, ese mágico día en el parque les enseñó la importancia de la observación, la amistad y la empatía, enseñanzas que llevarían consigo por siempre.

El parque no solo era un lugar para relajarse, sino un espacio lleno de posibilidades, aventuras y nuevos amigos.

"Siempre recuerda que cada día es una aventura, y cada persona que conoces tiene una historia que contar,"- le dijo su madre mientras caminaban de regreso a casa, mano a mano.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!