Un día mágico en el parque
Era un hermoso día de sol cuando decidí ir al parque con mi mamá. El cielo estaba despejado y el aire era fresco, ideal para disfrutar al aire libre. Al llegar, el parque estaba lleno de risas y alegría.
"Mirá, Lucas, ¡hay tantas cosas para hacer!" exclamó mi mamá, señalando los columpios, el tobogán y varios juegos en los que los niños corrían felices.
Decidimos empezar por los columpios. Allí, me empujaba mi mamá mientras yo gritaba de emoción.
"¡Más alto, más alto!" le pedí, y ella sonrió, dándome un gran empujón. "Así, como pájaro, ¿no?"
Justo cuando creí que iba a tocar las nubes, vi a un pequeño perro correr. Me distraje y casi me caigo del columpio.
"¡Cuidado!" me advirtió mamá riendo. "Ese travieso amigo puede hacer que nos caigamos juntos."
Después de los columpios, decidimos hacer una búsqueda del tesoro. Mi mamá me entregó una pequeña lista que había creado.
"Vamos a buscar una hoja amarilla, una piedra redonda y una flor roja. ¿Te parece bien?"
"¡Súper!" respondí con emoción.
La búsqueda fue muy divertida. Encontramos la hoja amarilla bajo un gran árbol y una piedra redonda cerca de un arroyo. Mientras buscábamos la flor roja, escuché un ruidito extraño. Me agaché para investigar y descubrí que era una pequeña ardilla.
"Mirá eso, ¡una ardillita!" le señalé a mi mamá. Ella se acercó despacito. "Parece que está buscando nueces."
La ardilla se dio cuenta de que estábamos allí y corrió a esconderse en un arbusto.
"La naturaleza está llena de sorpresas, ¿verdad?" dijo mamá.
Luego, seguimos buscando y finalmente encontramos una hermosa flor roja.
"¡Lo logramos!" grite, levantando los tesoros.
"Eres un gran aventurero, Lucas" dijo mi mamá orgullosa. "Ahora, vamos a hacer algo creativo. Vamos a hacer un collage con lo que encontramos. "
Así que nos sentamos en el césped y unimos nuestras hojas, la piedra y la flor. Mientras trabajábamos, una nube pasó por encima y comenzó a oscurecer un poco el cielo.
"¿Crees que lloverá?" le pregunté un poco preocupado.
"No lo creo. Solo es un cambio momentáneo. Pero si llueve, nos acomodaremos bajo ese gran árbol" respondió ella, señalando un robusto roble.
De repente, escuchamos un trueno. Justo en ese instante, comenzaron a caer unas gotitas de lluvia.
"¡Ah, mamá! ¡Rápido!" grité, corriendo hacia el árbol.
Nos refugiamos allí mientras la lluvia empezaba a caer más fuerte. Pero, para nuestra sorpresa, después de unos minutos, el sol volvió a brillar y formó un hermoso arcoíris en el cielo.
"¡Mirá, Lucas! ¡Un arcoíris!" dijo mamá emocionada. "Es un recordatorio de que después de la tormenta siempre viene algo hermoso."
Decidimos hacer una pausa y quedarnos un ratito más bajo el árbol viendo cómo el arcoíris brillaba.
"¿Sabés?" me dijo mi mamá. "La vida es así. A veces tenemos momentos difíciles, pero siempre hay algo lindo esperando al final."
"Sí, ¡como nuestro día en el parque!" respondí.
Después de unos minutos bajo el árbol, la lluvia cesó y decidimos que era hora de ir a casa. Mientras caminábamos de regreso, le dije a mi mamá:
"Gracias por este día, fue increíble. Me divertí muchísimo."
"Me alegro mucho, corazón. Recuerda siempre que los días ordinarios pueden ser mágicos si los vivimos con alegría y curiosidad."
Esa tarde aprendí que la vida está llena de aventuras, sorpresas y sobre todo, momentos especiales que valen la pena compartir.
Al llegar a casa, le guardé mis tesoros en una caja especial, recordando la linda jornada con mi mamá y la valiosa lección de que hay que disfrutar incluso de las pequeñas cosas.
Y así, con una sonrisa en el rostro, me dormí pensando en nuevas aventuras que vendrían.
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FIN.