Un Día Mágico en el Parque de Diversiones



Era un soleado sábado por la mañana y la familia Pérez había estado esperando este día con mucha emoción. Papá, mamá y su pequeño hijo, Lucas, se preparaban para disfrutar de un día de aventuras en el parque de diversiones.

"¿Estás listo, Lucas?" - preguntó papá, con una sonrisa gigante en el rostro.

"¡Sí! ¡Estoy re emocionado!" - respondió Lucas, saltando de alegría.

"Recuerda, hoy vamos a pasarla increíble, pero también a cuidarnos los unos a los otros" - advirtió mamá mientras acomodaba su mochila.

Cuando llegaron al parque, Lucas quedó maravillado por los colores, los sonidos y las luces brillantes. Todo parecía un mundo mágico lleno de sorpresas. Lo primero que vieron fue una montaña rusa que se alzaba hacia el cielo.

"¡Quiero subirme a esa montaña rusa!" - gritó Lucas, señalando emocionado.

"Es muy alta, quizás deberías empezar con algo más tranquilo" - sugirió mamá, un poco preocupada.

"Vamos, no seas miedosa, somos una familia valiente" - dijo papá, riendo.

Después de un pequeño debate y muchas carcajadas, decidieron subirse a la montaña rusa. Mientras subían, Lucas sintió un poco de miedo, pero al mirar a sus padres a su lado, se armó de valor. Y cuando la montaña rusa empezó a descender, los tres gritaron de alegría.

"¡Esto es increíble!" - exclamó Lucas.

"¡Nada puede detenernos!" - añadió papá entre risas.

"¡Lo logramos!" - gritó mamá, aliviada y sonriente.

Luego de un par de vueltas en la montaña rusa, decidieron probar el carrusel.

"Mirá esas caballitos, parecen que están bailando" - comentó Lucas, observando maravillado.

"¡A montar, a montar!" - exclamó papá mientras ayudaba a Lucas a subirse en uno de los caballos.

Mientras giraban en el carrusel, Lucas se dio cuenta de que a su alrededor había muchos otros niños, todos con sus familias, disfrutando del día. Fue entonces que notó una pequeña niña que parecía un poco triste y se encontraba sola.

"Mamá, ¿podemos invitar a esa niña a jugar con nosotros?" - preguntó Lucas, sintiendo compasión.

"Me parece una excelente idea, Lucas" - respondió mamá, con orgullo.

Así que, cuando bajaron del carrusel, Lucas se acercó a la niña.

"Hola, ¿te gustaría venir con nosotros? Estamos paseando y sería más divertido si jugamos juntos" - dijo Lucas.

"¡Me encantaría!" - respondió la niña, iluminándose.

"Soy Ana" - se presentó, sonriendo.

Ahora, la familia Pérez y Ana recorrían el parque juntos, subiendo a diferentes atracciones y riendo sin parar. Las risas de los cuatro llenaban el aire, pero ocurrió algo inesperado. Mientras jugaban en la zona de juegos, Ana se lastimó un poco cuando se cayó.

"¡Ay!" - gritó Ana, asustada y llorando.

"No te preocupes, estoy aquí" - dijo Lucas, acercándose con cuidado.

"Mamá, ¡ayúdala!" - pidió Lucas, preocupado.

"Tranquila, Ana. Solo necesitas un poco de cuidado" - respondió mamá, mientras ayudaba a la niña a levantarse y revisaba su rodilla.

Ana estaba un poco nerviosa, pero se sintió reconfortada por la atención de mamá.

"Gracias"  - murmuró Ana, secándose las lágrimas.

"Todos nos caemos a veces. Lo importante es levantarnos y seguir adelante" - le comentó papá, con una sonrisa.

Después de un pequeño descanso y unos abrazos, Ana se sintió mejor. Juntos fueron a un puesto de helados, donde cada uno eligió su sabor favorito. Lucas eligió chocolate, Ana eligió frutilla y mamá y papá pidieron vainilla.

Mientras disfrutaban de sus helados, Lucas dijo:

"Hoy ha sido un día increíble. Me alegro de haber compartido este momento con una nueva amiga".

"Yo también estoy feliz de tener nuevos amigos" - dijo Ana, con una gran sonrisa.

"Recuerden, siempre es bueno ayudar a los demás. Nunca sabemos cuándo podemos hacer ricos momentos y sonrisas" - añadió mamá, mirando a todos.

Así, el día terminó con risas, juegos y una nueva amistad, recordándoles a todos que la verdadera alegría se encuentra en compartir momentos especiales y ser amables con los demás. Mientras el sol se ponía en el horizonte, la familia Pérez regresó a casa con corazones llenos de felicidad y nuevas memorias que atesorarían por siempre.

FIN.

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