Un Día Mágico en la Casa de Tomás



Era un día brillante y soleado en la casa de Tomás, un niño de cinco años que siempre estaba listo para la aventura. Al despertarse, Tomás miró por la ventana y vio que los pájaros cantaban. Su mamá le dijo:

"¡Buenos días, Tomás! ¿Listo para empezar un nuevo día lleno de sorpresas?"

Tomás sonrió y se levantó de la cama. Bajo la mirada atenta de su mamá, se lavó los dientes y se puso su camiseta favorita de superhéroe.

"Hoy quiero ser un superhéroe que salva la hora del desayuno", dijo Tomás.

En la cocina, su papá estaba haciendo tortitas.

"¡Mmm, tortitas!" exclamó Tomás.

"Pero primero hay que lavarse las manos", recordó su papá.

Después de un delicioso desayuno, Tomás decidió que era hora de jugar. Mientas jugaba en el jardín, encontró una caja misteriosa.

"¿Qué será esto?" se preguntó.

Con gran curiosidad, decidió abrir la caja. Dentro había un mapa del tesoro que parecía llevar a un lugar muy cercano.

"¡Mamá! ¡Mirá! Encontré un mapa del tesoro!" gritó emocionado.

"¡Vamos a ver a qué lugar nos lleva!" respondió su mamá, sonriendo.

Tomás y su mamá decidieron seguir el mapa, ¡y así comenzó la gran aventura del día! Caminaron juntos por el jardín, donde Tomás se topó con su amiga Sofía.

"¡Sofía! ¡Acompañame a buscar un tesoro!" le dijo.

"¡Sí!" dijo Sofía emocionada, y juntos siguieron el mapa, que los llevó al columpio.

"¡Mirá! Dice que debajo del columpio hay algo escondido..." dijo Tomás.

Emocionados, empezaron a cavar y encontraron una caja llena de juguetes.

"¡Es un tesoro de juguetes!" exclamó Sofía.

"¡Esto es increíble!" dijo Tomás.

Mientras jugaban con los nuevos juguetes, su perro, Tito, se les unió.

"¡Guau! ¿Qué hacen ustedes?" preguntó Tito, moviendo la cola.

"¡Encontramos un tesoro! Vení a jugar con nosotros!" dijo Sofía.

Pasaron la mañana jugando a ser piratas y exploradores. Después del juego, decidieron que era hora de almorzar.

"¡Hora de una rica merienda!" dijo la mamá de Tomás.

"¿Qué habrá de comer?" preguntó Tomás con entusiasmo.

"¡Tortas de frutas!" respondió su mamá.

Después de ese delicioso almuerzo, se le ocurrió una nueva idea.

"¡Podemos hacer un picnic en el jardín!" sugirió Tomás.

"¡Sí! ¡Vamos a preparar todo!" dijo Sofía, emocionada.

Juntos, llenaron una canasta con frutas, galletitas y jugo, y se sentaron en una manta en el jardín. Allí, disfrutaron de su picnic mientras contaban historias de piratas y tesoros.

Más tarde, ya casi al caer la tarde, decidieron jugar un último juego antes de que el sol se ocultara.

"¡Hagamos una carrera hasta el árbol!" propuso Tomás.

"El último es un viejo caracol!" gritó Sofía. Ambos salieron corriendo a toda velocidad, mientras Tito los seguía ladrando alegremente.

Después de la carrera, todos estaban exhaustos y felices.

"Hoy fue un día mágico. Nunca pensé que encontraría un tesoro y tuviera tanta diversión" comentó Tomás, ya cansado.

"Así es, cada día puede ser especial si lo compartimos con amigos", respondió su mamá.

Al final del día, Tomás se metió en su cama, sonriendo, mientras pensaba en todas las cosas que había hecho.

"Mañana será otro día lleno de aventuras" se dijo a sí mismo, mientras cerraba los ojos, listo para soñar con tesoros y nuevas historias.

FIN.

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