Un Dúo Inquebrantable



Era un día soleado en la pequeña ciudad de Villa Esperanza, donde Axel, un niño de diez años, vivía con su perro Mike. Sin embargo, la tranquilidad se vio interrumpida por una invasión alienígena. Las naves espaciales sobrevolaban la ciudad, y, de repente, todo el mundo desapareció. Axel miró alrededor y se dio cuenta de que él y Mike eran los únicos sobrevivientes. Se refugiaron en su casa, pero pronto se dieron cuenta de que la comida se estaba acabando.

"Mike, estamos solos y no hay forma de salir. Esos aliens están por todas partes", dijo Axel, mirando por la ventana.

"Guau, guau!", ladró Mike, dándole un suave golpe en la pierna, como si quisiera animarlo.

Axel decidió que no podían rendirse. Tenían que pensar en una forma de salir de esa situación. Mientras se sentaban en el suelo de la cocina, Axel tuvo una idea brillante.

"¿Y si hacemos un plan? Lo primero que necesitamos es comida. Hay un pequeño jardín en el patio trasero. Si logramos ir ahí, podríamos buscar algo para comer", propuso Axel, sintiendo un poco de esperanza.

"Guau!", ladró Mike emocionado, moviendo su cola.

Con mucho cuidado, Axel miró por la ventana y notó que los aliens estaban más lejos. Se puso su gorra de explorador, que siempre había querido usar, y decidió que era hora de actuar.

"Vamos, Mike. Es nuestra oportunidad", dijo Axel, haciendo una señal para que su perro lo siguiese.

Abrió la puerta con cuidado y ambos salieron al jardín. Sin embargo, al salir, se encontraron cara a cara con un alienígena que estaba muy cerca. Axel sintió que su corazón latía con fuerza.

"¡Oh no! ¡Mike!", susurró Axel, temiéndole a lo que podría pasar.

Para su sorpresa, el alienígena no parecía amenazante. Tenía una mirada curiosa y parecía más interesado en el contrabando de la tierra que en ellos. Entonces, Axel decidió saludarlo.

"Hola... ehh... extraterrestre. ¿Cómo te llamás?"

El alienígena se inclinó y, con un pequeño aparato, tradujo su mensaje.

"Me llamo Glor. Vengo en son de paz, pero estoy un poco perdido", respondió con una voz muy diferente a la de Axel.

Axel, intrigado, dejó de temerle a Glor. En su mente, podía ser la clave para sobrevivir.

"¿Estás perdido? ¿Y qué haces aquí?" preguntó Axel, deseando entender más.

"He venido a estudiar su planeta, pero mi nave se ha averiado. No puedo irme sin ayuda", admitió Glor, con un tono de tristeza.

Axel pensó que quizás podrían ayudarlo a solucionar el problema de la nave.

"Si me ayudas a encontrar comida, yo te ayudaré a reparar tu nave", propuso Axel, con una chispa de determinación en sus ojos.

"¡Trato hecho!", respondió Glor, emocionado de tener un amigo humano. Axel miró a Mike, que movía la cola emocionado.

Juntos, se pusieron a trabajar. Glor mostró a Axel cómo usar unos dispositivos que había traído, y en poco tiempo, lograron recolectar algunas frutas y verduras del jardín. Mientras trabajaban, Glor le contó a Axel sobre su planeta, que estaba lleno de plantas de colores extraños y criaturas sorprendentes.

"¿Sabés? No todos los alienígenas son malos. A veces, solo necesitan un amigo", dijo Axel, comprendiendo que no debían tener miedo de lo desconocido.

Finalmente, después de un rato trabajando juntos, lograron reparar la nave de Glor con un poco de ingenio de Axel y la tecnología avanzada del alienígena. Una vez que la nave estuvo lista, Axel se sintió algo triste por despedirse de su nuevo amigo.

"Te voy a extrañar, Glor. Gracias por ayudarme y por la comida", dijo Axel con sinceridad.

El alienígena sonrió, una expresión alegre en su rostro.

"Recuerda, Axel, la amistad puede superar cualquier barrera. Siempre estaré aquí, en las estrellas. ¡Hasta luego!". Glor subió a su nave, y Axel hizo señas mientras el alienígena se alejaba.

Desde ese día, Axel y Mike no solo se sintieron más fuertes, sino también más valientes. Aprendieron que en los momentos difíciles, una buena solución viene de la imaginación y de hacer amigos, incluso entre los más inesperados. Así, Axel con su inseparable compañero Mike, continuaron sus aventuras en el pequeño jardín, siempre diciendo: '¡Lo peor se puede convertir en una gran oportunidad!'.

FIN.

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