Un Encuentro Inesperado
Un día soleado en la vasta sabana, un astuto zorro salió de su escondite, sus ojos brillaban con la curiosidad que lo caracterizaba. Mientras caminaba por la hierba dorada, se topó con un majestuoso avestruz que caminaba orgullosamente, luciendo su hermoso plumaje.
El zorro, con su característico aire de astucia, se acercó al avestruz. "¡Hola, amigo avestruz!" - saludó el zorro con una sonrisa. "Hermosos son los pies de tus hijos, ¿verdad?"
El avestruz, sorprendido por el cumplido, movió su cabeza curiosamente. "¡Gracias! Pero mis hijos aún son muy pequeños y no son tan fuertes como los tuyos. ¿Te gustaría conocerlos?"
"Claro, me encantaría verlos" – respondió el zorro, dispuesto a alardear de su astucia.
Mientras caminaban, el zorro comenzó a pensar en un plan. Sabía que los avestruces eran muy protectores con sus crías y se le ocurrió que quizás podría jugarlos a su favor de alguna manera. A medida que se adentraban en el campo, comenzaron a escuchar risas y trinos.
Pronto, llegaron a un pequeño grupo de adorables polluelos de avestruz jugando en el barro. Se movían torpemente pero con mucha alegría, haciendo pequeñas zancadas y tratando de embadurnarse de barro unas a otras.
"¡Son encantadores!" - exclamó el zorro, intentando ocultar su verdadero propósito. "¿Por qué no jugamos juntos?"
El avestruz dudó un momento. "No estoy seguro, zorro. A veces los animales pueden ser un poco traviesos y…"
"¡Vamos!" - interrumpió el zorro, con su voz llena de entusiasmo –“¿A qué más se puede jugar que no sea pasar un buen rato? Además, estaré atento a sus pies, quiero asegurarme de que se mantengan limpios".
El avestruz, pensando que sería una buena forma de distraer a sus hijos, aceptó. "Está bien, juguemos un rato, pero por favor, cuida a mis polluelos".
Y así, el zorro comenzó a jugar con los pequeños avestruces. Les enseñó a correr usando su velocidad, a hacerse amigos de otros animales del entorno e incluso a encontrar alimentos deliciosos en el suelo.
Un rato después, se organizó una competencia. "¡Vamos a ver quién corre más rápido!" - gritó el zorro, lleno de energía.
Los polluelos se entusiasmaron y comenzaron a correr tras él. Sin embargo, el astuto zorro comenzó a tomar una delantera excesiva. "¡Miren cómo salto!" - se burló mientras el avestruz observaba preocupado; quería cuidar a sus hijos de cualquier peligro.
De repente, uno de los pequeños avestruces se resbaló en el barro y cayó. "¡Ay!" - dijo con un llanto. El avestruz se alarmó. "¡Mis hijos!" - gritó mientras corría hacia ellos.
En ese instante, el zorro se dio cuenta de que había ido demasiado lejos en su juego. Recordando el valor de la amistad y la confianza, decidió ayudar. "No temas, amigo avestruz! Yo te ayudaré".
Con cuidado, el zorro utilizó su agilidad para acercarse al pequeño avestruz y ayudarlo a levantarse. "¡Ves! No hay de qué preocuparse, volverás a jugar en un instante" - dijo el zorro con una sonrisa amable.
El avestruz, aunque aún algo preocupado, miró al zorro con gratitud. "Gracias zorro, no esperaba que fueras tan amable".
El zorro sintió un calor especial en su corazón. "A veces la amistad y la cooperación son más importantes que ser astuto todo el tiempo. Juntos podemos cuidar y jugar, ¿no te parece?"
El avestruz asintió y propuso algo: - “Entonces, hagamos una carrera, pero esta vez todos juntos, pedimos la ayuda de los demás animales del bosque. Seremos un equipo.”
A medida que se unieron otros animales, el zorro comprendió que no debía haber actuado solo. A partir de ese día, el zorro y el avestruz formaron un gran equipo, aprendiendo juntos que el trabajo en equipo y la solidaridad son mucho más valiosos que cualquier astucia.
Desde ese día, el zorro se convirtió en un buen amigo del avestruz y sus polluelos, siempre cuidándolos y nunca olvidando la importancia de la bondad y la ayuda mutua.
Y así, en la vasta sabana, el zorro y el avestruz compartieron muchos días de amistad, llenos de risas y aventuras, recordando siempre que, en lugar de competir, juntos podrían alcanzar metas mucho más grandes, creando un entorno donde todos se sintieran amados y protegidos.
FIN.