Un Encuentro Mágico



Era una noche estrellada en el Bosque Luminoso, donde un grupo inusual de amigos se preparaba para una aventura mágica. Entre ellos estaban Lucía, la Luciérnaga, quien iluminaba el camino con su resplandor; Félix, el Ave Fénix, que siempre renacía de sus cenizas; Dalia, la Delfín, que podía saltar sobre las olas; Drago, el Dragón, que escupía fuego y volaba alto; Paul, el Pulpo, que era experto en camuflaje; Ele, el Elefante, fuerte y sabio; Mara, la Mariposa, que bailaba en el aire; Leo, el Leopardo, ágil y astuto; Kitsu, el Kitsune, que tenía poderes mágicos; y Tuga, la Tortuga, que siempre sabía que lo importante era llegar a su destino, no la velocidad.

"Voy a volar por el cielo y mirar todo desde arriba!" exclamó Drago, desplegando sus alas.

"Ten cuidado, Drago, no te vayas muy lejos!" advirtió Lucía.

"¡Sí! No quiero quedarme sola!" dijo Mara, volando alrededor de Lucía.

La noche prometía magia y risas, y todos se preguntaban a dónde irían.

"¡Vamos al Lago Espejo!" sugirió Dalia.

"He escuchado que las estrellas se reflejan con tanta fuerza, que parece que puedes tocarlas!" añadió Leo con entusiasmo.

"¿Podremos ver a las estrellas bailar?" preguntó Tuga, moviendo sus patas con emoción.

Y así, juntos comenzaron su trayecto hacia el Lago Espejo. Pero no todo sería sencillo. Cuando llegaron a la entrada del lago, se encontraron con un río impetuoso.

"¿Cómo vamos a cruzar esto?" preguntó Ele, utilizando su trompa para mirar al agua en movimiento.

"¡Yo puedo ayudar!" dijo Paul, que comenzó a usar sus tentáculos.

"Si me ayudas a señalar un camino, puedo transformarme en un puente!" propuso Kitsu.

Kitsu, con su magia, se transformó en un arco iris que les permitió cruzar el río con facilidad. Todos aplaudieron con alegría.

"¡Bravo, Kitsu! Eres increíble!" gritaron juntos.

Al llegar al Lago Espejo, el grupo se quedó fascinado. Las estrellas realmente parecían bailar sobre el agua, creando un espectáculo deslumbrante.

"Miren! Parecen luciérnagas en un baile!" exclamó Lucía, iluminando un poco más el momento.

"¡Es hermoso!" dijo Dalia, saltando de alegría.

"¿Quién quiere dar un paseo en el lago?" preguntó Drago, mientras se alzaba sobre el agua.

Aunque todos se animaron, Paul recordó algo importante.

"No podemos olvidar que debemos cuidar el lago. Es nuestro hogar!"

Decidieron entonces hacer una pequeña fiesta de agradecimiento a la naturaleza, recolectando flores y frutas de los alrededores. Cada uno aportó lo que mejor podía, algunos con sus habilidades y otros con su amor por la naturaleza.

Cuando estaban listos, Ele tomó la palabra:

"¿Y si cada uno comparte un deseo así como las estrellas?"

"¡Sí, eso sería grandioso!" dijo Kitsu, brillando con su magia.

Todos se sentaron alrededor del lago, miraron las estrellas y compartieron sus deseos secretos. Drago deseó volar más alto, Lucía anheló brillar siempre, y Paul deseó que todos entendieran la importancia del agua.

Pero entonces, un estruendo interrumpió su momento mágico. Un gran viento comenzó a soplar y las estrellas se ocultaron detrás de nubes oscuras.

"¡Es un huracán!" gritó Tuga, y todos comenzaron a asustarse.

"¡No! Hay que mantener la calma y refugiarnos!" dijo Ele.

"¡Yo puedo ayudar!" afirmó Dalia mientras nadaba en el aire.

El equipo rápidamente se unió para ayudar a cada uno a encontrar el refugio. Mientras Kitsu usaba su magia para mantener a todos a salvo, Drago voló hacia los vientos.

"¡Déjenme manejar esto!" exclamó y con un poderoso soplo de su aliento de fuego, disipó las nubes.

Finalmente, el cielo volvió a brillar.

"¡Lo logramos!" gritó Mara alegremente.

"Juntos, somos más fuertes!" dijo Lucía, sanando con su luz.

El lago brilló intensamente, y les recordó que, aunque la vida puede presentar desafíos, siempre hay una solución cuando se cuentan con amigos. Estaban felices, y una vez más, lograron disfrutar de la belleza de las estrellas en el Lago Espejo.

"Recuerden, siempre hay magia en el trabajo en equipo!" concluyó Tuga, sonriendo.

Y así, los amigos aprendieron que juntos podían superar cualquier obstáculo, ayudando a cada uno con sus habilidades y bondades, mientras brillaban más que las estrellas en la noche.

FIN.

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