Un Fin de Semana Inolvidable



Era un cálido sábado por la mañana cuando Ailín se despertó con una gran sonrisa. Hoy pasaría el fin de semana con sus primas, Nai y Briana, y su tía Ana. Su mamá, Mili, también se uniría a la diversión. El plan era ir a la pileta con el perro negro, que se llamaba 'El Negro', y su amigo Rodrigo.

"¡Ailín, apurate!", gritó Mili desde la cocina.

"¡Ya voy!", respondió Ailín mientras se vestía rápidamente.

Cuando finalmente se reunieron, todos estaban emocionados. Agarraron las toallas, protector solar y una gran nevera llena de snacks. Una vez en la pileta, El Negro saltó de un lado al otro, mojando a todos con su energía inagotable.

"¡Mirá cómo salta!", se rió Briana, agachándose para evitar que le cayera agua.

"Es un perro loco!", exclamó Nai, mientras intentaba atrapar al perro con una pelota.

Después de un rato de juegos, Rodrigo, el mejor amigo de Ailín, llegó justo a tiempo.

"¡Chicos, estoy listo para nadar!", dijo con entusiasmo. Lo que no sabían es que Rodrigo había traído consigo una sorpresa especial.

"¿Qué es eso, Rodrigo?", preguntó Ailín, mirando la bolsa que traía.

"Es una tabla de surf para que aprendamos a usarla en la pileta!", respondió Rodrigo con una gran sonrisa.

Ailín se emocionó. Había soñado con surfear, pero nunca imaginó que podría practicar en una pileta.

"¡Yo quiero intentar primero!", exclamó Ailín, corriendo hacia la tabla.

Cada uno tuvo su turno para intentar surfear. Ailín se subió a la tabla con cuidado, mientras todos la animaban. La primera vez que intentó, perdió el equilibrio y cayó al agua con un gran splash.

"¡No te preocupes!", la alentó Agus.

"¡La próxima vez lo harás mejor!", agregó Nai.

Después de varios intentos y muchas risas, Ailín finalmente logró mantenerse en la tabla durante unos segundos. Fue un momento de pura felicidad. Sin embargo, la diversión pronto se convirtió en un hilarante giro cuando El Negro, en su momento de euforia, decidió saltar al agua justo debajo de la tabla de Ailín. ¡Splash!"¡AAAH!", gritó Ailín, al caer nuevamente al agua. Todos se rieron en medio de tantos chapoteos.

"¡El Negro quiere surfear también!", exclamó Briana, riéndose sin poder parar.

Tras un rato de descanso y comiendo un rico sandwich, empezaron a jugar un juego de relevos donde se tenían que pasar la pelota mientras nadaban. Fue entonces cuando, al pasar la pelota, Rodrigo cometió un pequeño descuido y dejó caer la pelota al agua. ¡Pero era una pelota especial!"¡No! ¡Es la pelota que gané en el torneo de fútbol!", dijo Rodrigo, preocupado.

"No te preocupes, la recuperaremos", le dijo Ailín.

"Yo voy a buscarla", agregó Agus, lanzándose al agua.

Agus nadó y nadó, pero la pelota había rodado hacia un rincón donde estaba un poco más hondo.

"¡Es muy profunda!", dijo Agus, remando hacia atrás.

Pero justo en ese momento, El Negro pareció entender que había una misión. ¡Saltó al agua y nadó hacia la pelota!"¡Increíble! ¡El Negro es un héroe!", gritó Ailín, mientras todos lo animaban desde arriba.

El perro, con su gran energía, logró traer la pelota de vuelta a la orilla.

"¡Vamos, El Negro! ¡Sos el mejor!", gritó Briana, mientras todos aplaudían.

" Esto merece un premio", comentó Mili, sacando unas golosinas de la nevera. Todos se recompusieron y fueron a agradecerle a El Negro con un gran trozo de galleta.

Pasaron el resto de la tarde jugando a la pelota, disfrutando del sol y riendo hasta que el cielo comenzó a teñirse de naranja.

"Hoy fue un día genial, ¿no?", dijo Ailín mientras los demás asentían.

"Sí, quiero que se repita", agregó Nai.

"¡Yo también!", concluyó Rodrigo, con una sonrisa.

"Y para la próxima traeremos más sorpresas", dijo Agus, mientras comenzaban a recoger.

Así, aunque el fin de semana había llegado a su fin, la amistad y las aventuras compartidas hicieron que Ailín, Nai, Briana, Rodrigo, Agus, Mili y tía Ana se sintieran más unidos que nunca. Y aunque sabían que cada día podría ser diferente, lo que realmente importaba era disfrutar juntos de cada momento.

"Hasta la próxima, pileta!", se despidió Ailín mientras cerraban la puerta de la casa, soñando con las futuras aventuras que les esperaban.

FIN.

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