Un Gato y un Perro en el Parque



Era un hermoso día soleado en el barrio, y un gato llamado Max y un perro llamado Rocky se encontraron en la puerta de la casa de Max. Ambos eran muy diferentes, pero se llevaban bien y querían jugar.

"¡Hola, Rocky! ¿Te gustaría venir al parque conmigo?" - preguntó Max, moviendo su cola felizmente.

"¡Claro que sí, Max! Me encanta correr y jugar al aire libre." - respondió Rocky, moviendo sus orejas emocionado.

Los dos amigos salieron corriendo hacia el parque. Al llegar, se maravillaron con la vista del lugar: niños jugando, familias paseando, y tanto espacio para correr.

"Mirá, ahí hay una pelota. ¿Te animás a jugar?" - sugirió Rocky.

"¡Sí! Pero, ¡yo quiero patearla!" - dijo Max.

Rocky le explicó cómo jugar con la pelota.

"Primero, la pateás con la pata, y yo la persigo. Luego, podemos pasarla uno al otro. ¡Es muy divertido!"

Max intentó patear la pelota con todas sus fuerzas.

"¡Uy! Se fue muy lejos..." dijo Max mientras la pelota rodaba hacia un grupo de niños.

"Vamos a buscarla. Tal vez ellos también quieren jugar con nosotros." - propuso Rocky.

Cuando llegaron al grupo de niños, se dieron cuenta de que estaban jugando a otro juego.

"Disculpen, ¿podemos jugar con ustedes?" - preguntó Rocky.

"¡Claro! Pero solo si Max puede atrapar la pelota, porque somos muy rápidos." - dijo un niño.

"¡Acceptado!" - respondió Max con una sonrisa.

Los niños hicieron una gran carrera, y Max, aunque al principio no podía seguir el ritmo de Rocky, decidió que podía usar su velocidad y agilidad de otra forma.

"¡Yo puedo saltar más alto!" - gritó. Se trepó a un árbol cercano con gracia y desde allí miró a los niños corriendo.

"¡Miren, ahí va la pelota!" - exclamó, señalando.

Los niños quedaron asombrados y empezaron a aplaudir.

"¡Qué gato tan ágil! Eres como un superhéroe, Max!" - dijeron los niños.

"¡Yo también quiero ser rápido!" - ladró Rocky, que no podía dejar de admirar a su amigo.

Después de un rato, Max y Rocky siguieron explorando el parque. Encontraron un arroyo donde los patos nadaban.

"¡Mirá, Max! Los patos son tan graciosos. ¿Te gustaría intentar acercarte?" - dijo Rocky.

"No, me da miedo, no quiero mojarme..." - contestó Max, un poco tímido.

Rocky le animó.

"Ven, yo te cubro. Podemos mirar desde un lugar seguro." - Le dijo, y juntos se acercaron a la orilla del arroyo. Sin embargo, de repente, un pato salió volando, asustando a Max.

"¡Ay!" - gritó Max.

"No pasa nada, Max. Solo se asustó. Vamos lentamente." - le dijo Rocky.

Con paciencia, Rocky ayudó a Max a acercarse un poco más, hasta que Max pudo ver cómo uno de los patos se acercaba nadando con curiosidad.

"¡Mirá, es amigable!" - dijo Max entusiasmado.

"Ves, no todos son malos. A veces hay que intentar conocer lo desconocido." - dijo Rocky.

Pasaron el resto de la tarde explorando, jugando y aprendiendo algo nuevo el uno del otro. Max descubrío que podía disfrutar de cosas que antes no intentaba, mientras que Rocky aprendió de la calma y la paciencia del gato.

"Hoy fue un gran día, ¿no?" - dijo Rocky cuando empezaban a irse.

"Sí, porque juntos podemos hacer todo. Gracias por ser un buen amigo, Rocky." - le respondió Max.

Mientras regresaban, Max pensó en lo mucho que había crecido ese día. A veces, sólo hay que animarse a dar el primer paso y explorar el mundo, y siempre es mejor hacerlo con un amigo al lado.

Y así, Max y Rocky se convirtieron en los mejores amigos, listos para más aventuras en el barrio.

FIN.

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