Un Gran Encuentro en la Selva
Era un día caluroso en la selva y Rino, el renoceronte, estaba buscando un lugar cómodo para descansar. Mientras paseaba, escuchó un suave croar. Se acercó y vio a un sapito saltando entre las hojas.
"¡Hola, sapito! ¿Qué haces por aquí?" - preguntó Rino, curioso.
"¡Hola, Rino! Estoy practicando mis saltos. ¿Te gustaría intentar?" - respondió el sapito emocionado.
Rino, que era muy grande y pesadito, se rió y dijo:
"Saltos no son lo mío, pero podría hacer un buen estruendo al tocar el suelo. ¡Escuchá!" - Y dio un fuerte golpe con su pie en la tierra.
El sapito rió a carcajadas. Pero mientras reían, Rino decidió caminar un poco más y se encontró con una jirafa.
"¡Hola, hermosa jirafa!" - saludó Rino.
"¡Hola, Rino! Soy Gira, la jirafa. Estoy comiendo hojas de ese árbol alto. ¿Te gustaría alguna?" - ofreció Gira al mirar a Rino con su cuello extendido.
"No gracias, Gira. Soy más de la comida de la tierra, como hierbas y pequeños arbustos. Pero me encantaría saber cómo ves el mundo desde allá arriba" - dijo Rino, sintiéndose un poco celoso.
Gira sonrió y le respondió:
"Es fácil, Rino. Solo necesitas mirar desde otra perspectiva. ¿Quieres intentar?" - Y le propuso que subiera a su espalda.
Aunque Rino era muy pesado, decidió intentarlo. Subió cuidadosamente y al mirar desde allá arriba, ¡quedó maravillado!"¡Wow, esto es increíble! ¡Puedo ver la selva entera!" - exclamó Rino.
Justo en ese momento, dos ardillas, Cori y Lila, bajaron de un árbol.
"¿Qué está pasando aquí?" - preguntó Cori, con mirada traviesa.
"Rino está viendo la selva desde lo alto de Gira. ¡Es asombroso!" - dijo el sapito.
Las ardillas comenzaron a reír.
"¡Pero Rino es un renoceronte! No debería estar arriba de Gira" - mencionó Lila, bromeando.
Rino, sintiéndose un poco incómodo, lentamente respondió:
"No se trata de si uno es grande o pequeño, sino de la voluntad de aprender algo nuevo y de verse desde otras perspectivas. A veces hace falta un poco de ayuda de los amigos" - concluyó con sinceridad.
Las ardillas se miraron entre sí, sintiendo la importancia de las palabras de Rino.
"Tienes razón. A veces olvidamos que todos somos diferentes y eso es lo que nos hace únicos" - dijo Cori, mientras Lila asintió emocionada.
"Ahora que estamos todos juntos, ¿qué les parece si hacemos una aventura?" - sugirió Gira. "Podemos ir a la orilla del río, que hay un lugar hermoso para jugar."
"¡Sí, vamos!" - gritó el sapito.
Así que, unidos por el deseo de explorar, comenzaron su viaje al río. En el camino, aprendieron a colaborar el uno con el otro. Rino ayudó a las ardillas a cruzar el barro, mientras ellas le enseñaron a saltar de un tronco a otro. Gira, por su parte, recogía frutas de las ramas altas y las compartía con todos.
Después de un rato, llegaron al río, donde el sol brillaba con fuerza. Era un espectáculo hermoso, y todos decidieron jugar. El sapito saltaba de piedra en piedra, mientras Rino jugaba en la orilla:
"Mirá cómo salto, Rino, ven a probar tú también!" - invitó el sapito.
Rino se percató de que aunque no podía saltar como el sapito, podía chapotear y hacer olas en el agua.
"¡Miren esto!" - gritó Rino, emocionado por el refrescante chapoteo.
Las risas llenaron el aire. Aprendieron que en cada diferencia, había una nueva oportunidad para disfrutar juntos.
Cuando el sol comenzó a ocultarse, Rino se despidió de sus nuevos amigos:
"Gracias por hoy. He aprendido que todos podemos ver el mundo de diferentes maneras y eso es algo maravilloso" - dijo, con una gran sonrisa.
Gira se agachó para que Rino pudiera bajar:
"Siempre serás bienvenida aquí, Rino. Cada uno de nosotros tiene algo especial que aportar" - le prometió Gira.
"Y yo siempre estaré aquí, saltando para hacerlos reír" - agregó el sapito, mientras Cori y Lila hacían una coreografía de saltos.
Rino se alejó sintiéndose feliz y agradecido por haber hecho amigos tan especiales en un solo día.
Y así, en la mágica selva, los cuatro amigos continuaron explorando, riendo y aprendiendo el uno del otro, demostrando que las diferencias son la esencia de la amistad, y cada uno puede aportar algo único.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.