Un Gran Equipo de Colectiveros
Había una vez, en un colorido y ruidoso pueblo prehistórico, un dinosaurio llamado Dino. Dino era un gran entusiasta de los colectivos. Pasaba horas observando cómo los colectiveros maniobraban y llevaban a todos los dinos a sus destinos. Su sueño más grande era convertirse en colectivero, pero había un pequeño problema: Dino era un brachiosaurio, y sus bracitos eran muy cortitos para alcanzar la palanca de cambios del colectivo.
Un día, mientras Dino soñaba con manejar un colectivo, conoció a Lila, una joven estegosaurio con una gran sonrisa. Ella lo vio un poco desanimado y se acercó.
"¿Por qué estás tan triste, amigo?" - preguntó Lila.
"Quiero ser colectivero, pero tengo los bracitos muy cortos y no puedo alcanzar la palanca de cambios" - respondió Dino, con un suspiro.
Lila pensó por un momento y luego dijo:
"¡Tengo una idea! ¿Qué tal si vos manejás y yo te ayudo con los cambios? Con mis espinas podré alcanzarlos sin problema. ¡Seremos un gran equipo!"
Dino se iluminó, su rostro mostró una gran sonrisa.
"¡Eso sería fantástico!" - exclamó.
Y así fue como Dino y Lila formaron un increíble equipo de colectiveros. Practicaron todos los días en un viejo colectivo que encontraron en un taller. Dino se sentaba al volante, mientras que Lila se encargaba de las marchas, utilizando sus espinas para llegar a la palanca de cambios.
Poco a poco, se volvieron expertos. Los habitantes del pueblo empezaron a reconocerlos y disfrutaban de los paseos que ofrecían. Sin embargo, un día, ocurrió algo inesperado. Mientras recorrían el pueblo, se encontraron con un gran atasco de dinoautos por un deslizamiento de rocas en la ruta.
"¡Oh no! No podemos quedarnos atascados. La gente necesita llegar a sus lugares" - dijo Lila.
"Tienes razón. Necesitamos pensar rápido. ¿Qué hacemos?" - preguntó Dino, algo nervioso.
"Yo puedo salir del colectivo y, con mi boca especializada, ayudar a mover algunas de esas rocas pequeñas" - propuso Lila, con determinación.
"¡Eso sería genial! Yo iré dirigiendo el tráfico mientras vos mueves las rocas, así todos pueden pasar" - sugirió Dino, lleno de energía.
Lila se bajó rápidamente y comenzó a mover las piedras pequeñas, mientras Dino, desde el colectivo, utilizaba su voz para guiar a los otros vehículos, asegurándose de que todos avanzaran de manera ordenada. Después de un rato, la ruta estaba despejada y los dinoautos pudieron seguir su camino.
"¡Lo hicimos, Lila! ¡Eres increíble!" - celebró Dino, lleno de alegría.
"¡Equipo! Sin tu ayuda y la dirección, no lo hubiéramos logrado" - respondió Lila, sonriendo.
Desde ese día, Dino y Lila se convirtieron en los colectiveros más queridos del pueblo. Aprendieron que aunque podían tener diferencias, trabajando juntos podían superar cualquier obstáculo.
Dino se dio cuenta de que, a veces, nuestros sueños pueden hacerse realidad si encontramos a las personas adecuadas para acompañarnos. Y así, juntos, siguieron paseando a todos sus amigos dinosaurios por el mundo, disfrutando de cada aventura como un gran equipo.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
FIN.