Un Gran Juego para Nico



Había una vez un niño llamado Nico que vivía en una pequeña ciudad. A Nico le encantaba jugar al básquet, pero había algo que lo hacía diferente: siempre estaba en su silla de ruedas. Sin embargo, eso no le impedía soñar en grande. Todos los días, después de la escuela, se iba al parque con su mejor amigo Tomás, un chico que también amaba el deporte.

"¿Hoy jugamos al básquet, Nico?" - preguntó Tomás mientras botaba la pelota.

"¡Sí! ¡Vamos!" - respondió Nico con una sonrisa brillante.

A pesar de que a veces otros niños se burlaban de él, Nico nunca se dejaba desanimar. Se concentraba en mejorar sus habilidades y poco a poco se fue convirtiendo en un gran jugador.

Un día, mientras practicaban, un grupo de chicos mayores del barrio se acercó.

"¿Qué hacen esos nerds?" - se rió uno de ellos, señalando a Nico y Tomás.

"Estamos jugando al básquet, ¿y ustedes?" - respondió Tomás, tratando de mantener la calma.

"No se pasen de ridículos. El básquet es para los que pueden correr," - agregó un chico llamado Leo, que era el mejor jugador del barrio.

A Nico le dolió escuchar eso, pero no se dio por vencido.

"Tal vez deberías aprender un poco más sobre el deporte antes de hablar," - dijo Nico con voz firme. "Los que jugamos en silla de ruedas también somos jugadores de básquet."

Los demás se rieron, pero Leo se quedó pensando en lo que Nico había dicho. Entonces, una idea brilló en su mente.

"¿Qué tal si hacemos un torneo?" - propuso Leo, con una sonrisa burlona. "La condición es que todos tienen que jugar con una silla de ruedas. ¿Se animan?"

Nico intercambió miradas con Tomás. Sabían que era una gran oportunidad para demostrar sus habilidades, así que aceptaron.

"¡Sí, lo hacemos!" - contestó Tomás, entusiasmado.

Días después, el gran torneo llegó. Nico y Tomás se prepararon para el desafío. Sin embargo, cuando llegaron al parque, se dieron cuenta de que no había sillas de ruedas adecuadas para todos los jugadores.

"¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Tomás, preocupado.

Nico pensó por un momento y luego, con su voz llena de determinación, dijo:

"Podemos pedir prestadas algunas sillas de ruedas al club de deportes adaptados. Ellos siempre estarán dispuestos a ayudar."

Así que, corrieron al club y explicaron su situación. Para su sorpresa, el entrenador del equipo adaptado, un hombre amable y sonriente, se ofreció a ayudarles.

"Me parece una gran idea. Los chicos pueden aprender que el deporte es para todos, sin importar cómo nos movemos," - dijo el entrenador.

Con las sillas de ruedas adecuadas, el torneo comenzó. Los chicos mayores, que antes se habían reído de Nico, se dieron cuenta de lo difícil que era manejar las sillas. A medida que pasaba el tiempo, se notó que todos estaban divirtiéndose y disfrutando del juego.

Cuando llegó el momento de la final, Nico y Tomás se encontraron en la cancha frente a Leo y sus amigos. La tensión estaba en el aire, pero también había un ambiente de respeto mutuo.

El partido fue emocionante, con giros inesperados y canastas impresionantes. Al final, gracias al esfuerzo y trabajo en equipo de Nico y Tomás, el equipo de Nico ganó el torneo. Todos aplaudieron, incluso los chicos que antes se habían burlado de ellos.

"¡Me equivoqué al subestimarte, Nico! Eres un gran jugador," - admitió Leo, acercándose a felicitarlo.

"Gracias, Leo. El básquet es para todos, y todos deberían tener la oportunidad de jugar," - respondió Nico, con una sonrisa aún más grande.

Desde ese día, Nico no solo fue conocido como el chico que jugaba al básquet en silla de ruedas, sino también como un verdadero campeón que supo unir a otros a través del deporte. Nunca dejó de soñar, y su historia se convirtió en una inspiración para muchos en su ciudad.

FIN.

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