Un hogar en el bosque



Había una vez en un hermoso bosque, una tortuga llamada Rosita. Rosita era muy lenta pero siempre tenía una sonrisa en su rostro.

Aunque a veces se sentía triste por no poder moverse tan rápido como los demás animales del bosque, nunca dejaba que eso la desanimara. Un día, mientras caminaba lentamente por el bosque, Rosita se encontró con una hormiga muy trabajadora llamada Anita. Anita estaba llevando hojas y ramitas para construir su hogar.

"¡Hola Anita! ¿Puedo ayudarte?" preguntó amablemente Rosita. "¡Oh! Hola Rosita, claro que puedes ayudarme", respondió Anita emocionada. Juntas comenzaron a recolectar hojas y ramitas para el hogar de la hormiga. Mientras tanto, un oso llamado Bruno observaba desde lejos.

Él estaba impresionado por la actitud positiva de Rosita a pesar de su lentitud y decidió acercarse. "¡Hola amigos! ¿Puedo unirme?", preguntó el oso con curiosidad. "¡Claro que sí!" exclamaron Rosita y Anita al unísono.

Así fue como los tres continuaron trabajando juntos hasta que terminaron de construir el hogar de Anita. Justo cuando estaban celebrando su logro, una ardilla traviesa llamada Lola apareció corriendo.

"¡Eh chicos! ¡Vengan a ver qué encontré!", dijo Lola emocionada mientras saltaba de rama en rama. Curiosos, los tres amigos se acercaron rápidamente hacia donde estaba Lola y descubrieron que había encontrado un delicioso manzano lleno de jugosas manzanas.

"¡Qué suerte tenemos! ¡Podemos disfrutar de estas deliciosas manzanas juntos!", exclamó Rosita emocionada. "¡Sí, sí!" gritaron los demás animales mientras se acercaban al árbol. Justo cuando estaban a punto de empezar a comer, un mono llamado Martín apareció balanceándose en las ramas.

"¡Esperen por mí! ¡Yo también quiero una manzana!" dijo Martín con una sonrisa traviesa en su rostro. Los amigos rieron y le dieron la bienvenida a Martín para que se uniera a ellos. Mientras disfrutaban de las dulces manzanas, un conejo llamado Benito llegó corriendo hacia el grupo.

Parecía estar asustado y confundido. "¡Ayuda! ¡Un cazador está persiguiéndome!", gritó Benito temblando de miedo. Inmediatamente, Rosita tuvo una idea brillante.

Ella sabía que no podía correr rápido como los demás animales, pero tenía algo especial: su caparazón resistente. Sin pensarlo dos veces, Rosita ofreció refugio a Benito debajo de su caparazón. El conejo se escondió allí mientras el resto del grupo distraía al cazador hasta que finalmente se fue sin encontrar al asustado conejito.

Después de asegurarse de que todos estuvieran a salvo, los amigos volvieron al árbol y continuaron disfrutando sus manzanas. Todos miraron admirados a Rosita por su valentía y generosidad.

A partir de ese día, Rosita se convirtió en la heroína del bosque y todos los animales la admiraban por su amabilidad y valentía.

Y así, Rosita demostró que no importa cuán lenta seas o qué habilidades tengas, siempre puedes hacer una diferencia en el mundo si tienes un corazón amable y generoso. El bosque nunca volvió a ser el mismo gracias a Rosita y sus amigos, quienes aprendieron que juntos pueden superar cualquier obstáculo. Fin.

FIN.

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