Un hogar juntos
En una pequeña ciudad vivía una ratita llamada Soledad, que pasaba sus días recorriendo las calles en busca de comida y refugio.
Soledad era muy simpática, pero a veces se sentía triste porque no tenía amigos con quien jugar o compartir su vida. Un día, mientras exploraba un callejón oscuro en busca de algo para comer, Soledad escuchó unos ruidos extraños provenientes de un viejo cartón.
Con curiosidad se acercó y descubrió a un gatito gris y flaco escondido dentro. "Hola, ¿quién eres tú?" -preguntó Soledad con voz temblorosa. El gatito levantó la cabeza lentamente y la miró con sus ojos brillantes. "Soy Tomás, el gato callejero. ¿Y tú?""Yo soy Soledad, la ratita callejera.
¿Estás perdido?"Tomás asintió con tristeza. Había estado solo desde que lo abandonaron en ese lugar hace varios días. Soledad sintió empatía por él y decidió hacerle compañía.
Así comenzó una amistad inesperada entre la ratita y el gato. Juntos exploraban los rincones más recónditos de la ciudad, compartían comida e historias de sus vidas.
Tomás enseñaba a Soledad a trepar muros altos y ella le mostraba cómo encontrar los mejores restos de comida en las calles. Pero un día, mientras jugaban cerca del mercado, escucharon unos ladridos amenazadores acercándose rápidamente hacia ellos. Era Paco, el perro callejero más temido de la ciudad. "¡Corre, Tomás! ¡Nos persigue Paco!" -gritó Soledad asustada.
Tomás tomó a Soledad en brazos y corrió tan rápido como pudo hasta llegar a un hueco estrecho entre dos edificios donde Paco no podía entrar. Allí se escondieron respirando agitadamente hasta que los ladridos cesaron.
Después de ese susto, ambos amigos decidieron buscar juntos un lugar más seguro donde vivir. Recorrieron cada rincón de la ciudad hasta encontrar un viejo almacén abandonado que parecía perfecto para ellos.
Con esfuerzo y trabajo en equipo lograron arreglarlo y convertirlo en su hogar dulce hogar. Ahora tenían un techo sobre sus cabezas y nunca más estarían solos ni pasarían hambre.
Soledad aprendió que la verdadera amistad va más allá de las diferencias y que juntos siempre pueden superar cualquier obstáculo que se interponga en su camino. Y así, la ratita callejera encontró en Tomás al amigo fiel que tanto había anhelado tener.
FIN.