Un hogar lleno de amor
Había una vez un perrito llamado Max, que vivía en una hermosa casa junto a su dueña, Lucía. Max era muy feliz allí, tenía comida deliciosa, juguetes divertidos y todo el amor que podía desear.
Un día, mientras Lucía estaba ocupada preparando la cena, la puerta de la casa quedó entreabierta y Max vio su oportunidad para salir a explorar el mundo exterior. Sin pensarlo dos veces, se escapó corriendo por la calle.
Max estaba emocionado por todas las nuevas experiencias que le esperaban. Olisqueaba cada rincón del vecindario y saludaba a otros perros con alegría. Pero a medida que pasaba el tiempo, comenzó a extrañar a Lucía y el confort de su hogar.
Después de algunas horas de aventuras callejeras, Max decidió regresar a casa. Se imaginaba lo feliz que estaría Lucía al verlo volver sano y salvo.
Sin embargo, cuando llegó a la puerta de su casa, notó algo extraño: había una nota pegada en ella. Max se acercó lentamente para leerla y decía: "Querido Max, te extrañamos mucho. Estamos preocupados por ti. Por favor regresa pronto".
El corazón de Max se llenó de tristeza al darse cuenta de cuánto había asustado a Lucía. Decidido a remediarlo todo e inundado por sentimientos de arrepentimiento y amor hacia su dueña, Max emprendió un nuevo viaje en busca del perdón.
Recorrió calles y parques hasta encontrar un paradero donde pudiera comunicarse con Lucía. Por fin encontró una cabina telefónica y, con ayuda de un amable transeúnte, Max logró marcar el número de Lucía. Cuando ella contestó, Max ladró emocionado al otro lado del teléfono. "¡Lucía! Soy yo, Max.
¡Perdóname por escaparme! Estoy arrepentido y quiero volver a casa contigo". La voz de Lucía se llenó de alegría y alivio al escuchar a su querido perrito.
Le aseguró que lo perdonaba y que lo esperaría en casa con los brazos abiertos. Max regresó corriendo a toda velocidad hacia su hogar mientras Lucía preparaba todo para recibirlo. Cuando finalmente llegó, ambos se abrazaron fuertemente y prometieron no separarse nunca más.
Desde aquel día, Max aprendió una importante lección: valorar lo que tenía en casa y no buscar la felicidad fuera de ella. Siempre recordaría ese momento en el que se escapó y el miedo que sintió al perder a su dueña.
A partir de entonces, Max disfrutó cada día junto a Lucía como si fuera una aventura nueva. Aprendió a apreciar los momentos juntos y nunca más quiso alejarse de su lado.
Y así fue como Max entendió que la verdadera felicidad está en compartir amor con quienes nos rodean y cuidar de aquellos que nos cuidan.
FIN.