Un hogar para todos



Había una vez un perrito callejero llamado Negro, que vivía en las calles de un pequeño pueblo. Negro era un perro muy travieso y curioso, siempre buscando aventuras y travesuras por doquier.

Un día, mientras cruzaba la calle persiguiendo a una mariposa, Negro fue atropellado por un auto. El conductor asustado siguió su camino sin detenerse, dejando al pobre perrito herido en el medio de la calle.

Por suerte, Manuel, el papá de una familia de cuatro que pasaba por allí en ese momento, vio la escena y decidió ayudar al perrito. Manuel se acercó con cuidado a Negro y lo llevó en brazos hasta su casa.

Los niños, Juanita, Pedro y Sofía, se preocuparon al ver al perrito herido pero estaban felices de poder ayudarlo. Manuel limpió las heridas de Negro y lo llevó al veterinario para que lo revisara. "Tranquilo Negrito, vamos a cuidarte hasta que te mejores", dijo Manuel acariciando al perrito.

Los días pasaron y poco a poco Negro se fue recuperando gracias a los cuidados de la familia. Juanita le leía cuentos todas las noches, Pedro jugaba con él en el jardín y Sofía le daba deliciosas golosinas.

La familia entera se encariñó con el perrito rescatado. Una tarde lluviosa, mientras la familia estaba reunida en casa viendo una película, escucharon unos ruidos extraños afuera.

Al asomarse por la ventana descubrieron que había un gatito atrapado en un árbol debido a la tormenta. "¡Papá! ¡Tenemos que ayudar al gatito como ayudamos a Negro!", exclamaron los niños emocionados. Sin dudarlo, Manuel tomó una escalera y junto con los niños fue a rescatar al gatito.

Con paciencia lograron bajarlo sano y salvo del árbol mojado. Al finalizar esa noche llena de emoción y solidaridad, la familia entendió lo importante que es tender una mano amiga hacia aquellos seres indefensos que nos necesitan.

Y así siguieron viviendo felices junto a sus mascotas Negrito y Gatito; aprendiendo juntos sobre el valor de la compasión y el amor hacia todos los seres vivos.

FIN.

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