Un Indio Llamado Sol y La Magia de la Noche Estrellada



En un tranquilo poblado al borde de un vasto desierto, vivía un joven indio llamado Sol. Desde niño, Sol siempre había sido curioso y soñador. Su espíritu aventurero lo llevaba a explorar las colinas y los valles, buscando tesoros escondidos por la naturaleza. Pero había algo que nunca había entendido: la noche y las estrellas. La gente de su tribu siempre decía que la noche era un lugar misterioso, lleno de historias y secretos. Sin embargo, a Sol le asustaba la oscuridad.

Un día, mientras jugaba cerca de la cueva de su abuelo, escuchó que un anciano hablaba sobre cómo se había encontrado con la noche.

"Las estrellas son las luces del cielo, Sol. Están ahí para guiarnos en la oscuridad."

Dijo el anciano, señalando con su mano temblorosa.

"Yo nunca he visto una estrella, abuelo," respondió Sol, con timidez.

"Quizás es tiempo de que lo hagas, joven soñador."

Intrigado, Sol decidió que al caer la noche, él también querría ver esas estrellas. Al caer el sol, el cielo comenzó a oscurecerse, y con un pequeño tambor en sus manos, salió de su hogar. Se sentó en una colina apartada, esperando ansiosamente, mientras el viento susurraba a su alrededor.

"¿Dónde están?" se preguntó en voz alta, mirando hacia arriba.

Entonces, de repente, la noche se iluminó con destellos de luz. Sol se quedó boquiabierto. Las estrellas eran muchísimo más hermosas de lo que había imaginado.

"¡Guau! ¡Mirá eso!" exclamó, viendo las constelaciones brillar en el oscuro lienzo del cielo.

Mientras admiraba el espectáculo, notó que desde la profundidad del desierto, un destello azul brillaba. Curioso, decidió seguir la luz. Al caminar, llegó a un pequeño lago; sus aguas reflejaban las estrellas como si el cielo mismo hubiera caído al agua.

"¿Qué lugar tan mágico es este?" se preguntó, sintiendo una mezcla de admiración y miedo.

De repente, un pequeño espíritu del agua, que parecía hecho de gotas de luz, emergió.

"Hola, joven aventurero. Soy Lúmina, el espíritu de esta noche estrellada. ¿Por qué has venido aquí?"

"Vine a ver las estrellas, pero nunca había imaginado que este lugar existiera," respondió Sol, todavía maravillado.

"La noche tiene sus secretos. Muchos le temen, pero si tienes valor, te enseñará muchas cosas."

Sol, entusiasmado, le pidió a Lúmina que le contara más sobre el universo.

"¿Por qué hay tantas estrellas?"

"Cada estrella es una historia, un sueño, un susurro del pasado. Si escuchas con atención, puedes aprender sobre las cosas que nunca imaginaste."

A medida que Lúmina contaba historias sobre las estrellas, Sol comprendió que la oscuridad no era algo que temer, sino un espacio lleno de oportunidades, abrazos de amistades, y sueños por cumplir. Sin embargo, en un giro inesperado, la luz de Lúmina comenzó a desvanecerse.

"¿Por qué te vas?" preguntó Sol angustiado.

"El amanecer está por llegar. Cada vez que brilla el sol, los sueños deben guardarse hasta la próxima noche. Pero recuerda, Sol: cada estrellita es un recordatorio de que tus sueños están ahí, a la espera de ser descubiertos."

Cuando el primer rayo del sol iluminó el paisaje, Lúmina desapareció, dejando solo el resplandor del amanecer. Pero Sol ya no tenía miedo. Había comprendido que la incertidumbre y la curiosidad eran solo partes de la vida. Decidió regresar a su tribu y contarles todo lo que había aprendido.

"La noche no es solo oscuridad, es el lugar donde brillan nuestros sueños y esperanzas," dijo a su tribu.

Desde ese día, cada anochecer, Sol y sus amigos se reunían en colinas para mirar las estrellas, contar historias y soñar juntos. La noche se convirtió en un lugar mágico, lleno de risas y aventuras, y Sol aprendió a ver tanto la luz como la oscuridad como partes importantes de su viaje.

Así, un indio llamado Sol descubrió la noche con estrellas y entendió que cada uno tiene su propia historia en el vasto universo.

FIN.

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