Un intercambio mágico
Había una vez, en un pequeño pueblo costero llamado Bahía Azul, un pez muy curioso llamado Mar. Mar vivía felizmente explorando los arrecifes de coral y jugando con sus amigos peces.
Un día, mientras Mar nadaba cerca de la superficie del agua, vio a lo lejos a un niño llamado David. David era un niño aventurero que amaba el mar y soñaba con explorar sus profundidades.
Mar quedó encantado por la alegría y la valentía que veía en los ojos de David. Desde ese momento, supo que estaba completamente enamorado de él. Pero había un problema: los peces no pueden vivir fuera del agua y David no podía respirar bajo el agua.
A pesar de esta triste realidad, Mar decidió acercarse a David para conocerlo mejor. Nadó tan cerca como pudo sin asustarlo y pronto se hicieron amigos inseparables.
Todos los días, después de la escuela, David corría hacia el muelle para encontrarse con su amigo Mar. Juntos pasaban horas hablando sobre sus sueños y aventuras imaginarias mientras miraban al horizonte.
Sin embargo, cada vez que llegaba la hora de despedirse, tanto Mar como David se sentían tristes porque sabían que estaban destinados a estar separados por siempre debido a las diferencias entre ellos. Un día soleado, mientras caminaban por la playa juntos en silencio pensativo, algo inesperado ocurrió: una estrella fugaz apareció en el cielo brillante.
Los dos amigos cerraron los ojos y pidieron un deseo al mismo tiempo:- ¡Deseo poder estar juntos para siempre! -dijo David. - ¡Deseo poder respirar bajo el agua! -dijo Mar. De repente, una magia especial comenzó a envolverlos.
Mar se dio cuenta de que podía respirar fuera del agua y David se sorprendió al ver que sus piernas se convertían en una hermosa cola de pez. ¡Habían intercambiado cuerpos! Ahora, Mar podía vivir en la tierra y David podía explorar las profundidades del océano.
Mar estaba emocionado de experimentar el mundo humano y David estaba encantado con la oportunidad de nadar junto a su amigo en el mar. Juntos, descubrieron un nuevo sentido de libertad y aventura que nunca habían imaginado antes.
Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que extrañaban sus propias vidas. Extrañaban los arrecifes coralinos y las olas del mar, extrañaban jugar en la playa y sentir la arena entre sus dedos de los pies.
Así que hicieron otro deseo juntos:- ¡Deseo volver a nuestros cuerpos originales! -dijeron al unísono.
Y así fue como Mar volvió a ser un pez feliz mientras nadaba entre sus amigos peces, y David volvió a ser un niño aventurero disfrutando del mar desde la orilla. Aunque no pudieran estar juntos como ellos querían, siempre recordarían aquellos momentos mágicos que compartieron. Y sabían que el amor verdadero puede superar cualquier obstáculo, incluso cuando parece imposible.
FIN.