Un intercambio mágico
Había una vez en el bosque de la selva misionera, un búho curioso llamado Manuel. Manuel siempre soñaba con explorar el mundo bajo el agua, nadar entre las plantas acuáticas y conocer a las criaturas del río. Por otro lado, en el tranquilo arroyo cercano, vivía Laura, una pez traviesa que anhelaba volar entre los árboles y contemplar la belleza del bosque desde las alturas.
Un día, cansados de soñar sobre lo que sería vivir en la piel del otro, decidieron buscar al sapo mágico del río, quien era conocido por conceder deseos a quienes lo encontraran. Al hallar al sapo, le pidieron intercambiar sus formas para vivir la vida del otro durante un día. El sapo, con una sonrisa traviesa, concedió su deseo y en un abrir y cerrar de ojos, Manuel se convirtió en pez y Laura en búho.
Manuel, ahora convertido en pez, se sentía asustado al principio al ver el río desde adentro, pero pronto descubrió la belleza y la libertad de surcar las aguas con gracia y agilidad. Por otro lado, Laura volando entre las ramas, sintió la emoción y la maravilla de ver el bosque desde arriba, pero también encontró la soledad y la dificultad de cazar su alimento en el aire.
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Manuel (pez): ¡Wow, esto es increíble! Nunca antes había experimentado tanta libertad y tranquilidad. El río es fascinante.
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Laura (búho): Realmente es hermoso, pero extraño la compañía de mis amigos del arroyo y cazar bajo el agua se me hace muy complicado.
Al final del día, el sapo mágico los devolvió a sus formas originales. Con lágrimas en los ojos, Manuel y Laura se abrazaron y agradecieron al sapo por la experiencia que les había dado. A partir de ese día, Manuel y Laura valoraron y apreciaron sus propias habilidades y entornos.
Aunque a veces soñaban con ser algo que no eran, entendieron que, al aceptarse y amarse a sí mismos, podían descubrir las maravillas y las virtudes que ya poseían. Manuel disfrutaba siendo un búho y Laura amaba ser pez, y juntos, compartían las aventuras que les brindaba sus propios mundos.
FIN.